Crisis universitaria peruana

Por: Rubén Quiroz Ávila – Presidente de la Sociedad Peruana de Filosofía, profesor universitario

Cuando una situación está siempre en riesgo, ya deja de ser una crisis para convertirse en una amenaza. Eso sucede durante décadas con el sistema universitario peruano.

Desde su fundación colonial, sus etéreos intentos de recuperación republicana y las reformas, con sus idas y vueltas, durante el siglo XX, han modificado muy poco a una de las esferas educativas en la cual la mayoría de los grupos gobernantes y profesionales son formados. Es tal su importancia que en la práctica define cualquier futuro de una nación. Por ello en otros países tiene un valor tal que se reúnen abundantes recursos para que estén siempre a la vanguardia. Dime qué nivel académico y prestigio tiene tu universidad y te diré qué país tienes.

Lamentablemente aquí, oscilamos entre los anhelos más utópicos hasta el olvido intencionado y sistemático. La universidad peruana ha sido un laboratorio político y un sueño trunco. Una oportunidad perdida y un signo de resiliencia. A la vez una promesa y una frustración. Sufre los vaivenes de un país que no termina de creer en sí mismo y que vuelve una y otra vez por las rutas del extravío. Pero eso no tiene nada de poético, es más bien una tragedia de dimensiones colosales. Tanta esperanza conjunta se derrumba si las universidades se mantienen erráticas. Mucha certidumbre en el futuro se pierde cuando no es capaz de atraer el talento de la juventud y hacer sostenible su estancia en ella. Es terrible cuando un chico tiene que dejar de estudiar porque no tiene el financiamiento para seguir.

Así estamos tanto tiempo que la poca fe apenas ya se vislumbra. Se ve reforzada esa crisis, cuando, más allá de los entusiastas esfuerzos de mejora, hay una segregación racial tácita cuando se proviene de una universidad u otra. Es intolerable, cuando se estigmatiza a las comunidades universitarias por pertenecer a un tipo de institución. Se refuerza negativamente cuando solo un grupo social se apropia de los puestos de direcciones agudizando la endogamia. Cuando algunas empresas seleccionan con bases en estereotipos y segmentaciones de clase o género. Se vuelve más escalofriante cuando hay pocas vacantes en las universidades públicas y hay una lucha darwiniana, injusta y asimétrica, por acceder a ella. Tanto talento que no puede ser incorporado. Tanto futuro roto. Es incluso delictivo cuando pagas por una supuesta educación de calidad y lo que te brindan no es compatible con lo ofrecido. Es aún más inaceptable cuando los docentes siguen con bajos sueldos y tienen que trabajar fabrilmente para llegar a fin de mes. Seguimos siendo solo ilusamente homenajeados en el día del maestro y luego, de nuevo, el olvido que somos.

Esa es nuestra permanente desventura universitaria. Sísifo es peruano, definitivamente. Ya no es una crisis, es un estado de cosas. Cuando queremos soñar, solo nos aparecen pesadillas. Por supuesto, algo tenemos que hacer. El Diario Oficial El Peruano no se solidariza necesariamente con las opiniones vertidas en esta sección. Los artículos firmados son responsabilidad de sus autores.

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