La crisis presente Características de una crisis que parece permanente
Por: Juan Sheput – El Montonero

A lo largo de los años son diversos los personajes que señalan que nuestro país vive en una situación de crisis permanente. Sin embargo, muchas veces esta afirmación se presenta sin sustento o cargada de una retórica simplista que le quita seriedad.

Para afirmar algo así, que dé pie a un debate de ideas para ver las causas de nuestras sucesivas crisis, es imprescindible acudir a los peruanistas, a aquellas personas que se dedicaron a entender el Perú y que sobre todo dieron lustre a la Generación del Centenario. Uno de ellos fue Víctor Andrés Belaunde, quién en 1914, con ocasión de la apertura del año académico en la Universidad de San Marcos, dio una estupenda conferencia a la que tituló “La crisis presente” que luego devino en libro que lamentablemente es muy difícil de encontrar, y que cayó en mis manos por la inmensa generosidad de mi amigo Domingo García Belaunde.

En dicho escrito el maestro Víctor Andrés retrata las características de la crisis que el país padeciera hace 108 años. Y que, espeluznantemente, están también presentes en la situación calamitosa que padecemos en la actualidad. Si tienen vigencia o se repiten, es porque algo está fallando en nuestra sociedad. Vale la pena entonces traerlas a colación para ver la profundidad de nuestro drama.

Para asimilar mejor a lo que me refiero, acudo a las palabras que, sobre “La crisis presente”, escribió otro maestro, Raúl Porras Barrenechea: “En el discurso de 1914 señalasteis los defectos capitales de nuestra vida institucional: la falta de sanción y responsabilidad, la mentira del sufragio universal, el cuestionamiento de la Constitución, la burocratización del Parlamento, la anarquía de los partidos, el caciquismo provincial, la falta de opinión pública, la insuficiencia de la clase media…el discurso de 1914 debería repetirse como oración entre los jóvenes peruanos”.

Como se ve, es fácil concluir lo repetitiva que es nuestra historia: la crisis que padecemos no es otra cosa que la conjunción de vicios y defectos que sufrimos sostenidamente desde hace años y que repetimos porque luego de cada avance o esfuerzo para superarlos, surgen fuerzas en contrario que nos condenan, como Sísifo, a elevar la piedra para verla rodar y repetir el ciclo una y otra vez.

En este nuevo ciclo en que me reencuentro con El Montonero, he decidido hacer de la Historia uno de los instrumentos claves para entender lo que nos viene sucediendo. En nuestro país la costumbre virreinal de discutir sobre generalidades convierte en especialista a cualquiera, aunque no tenga un conocimiento profundo y aderezado con la trayectoria necesaria para fusionar teoría y realidad.

Es preciso profundizar en el debate público y, sobre todo, en el debate de las ideas. En un mundo donde gracias a las redes sociales se pulveriza la posibilidad de debatir con facilidad, es necesario acudir a la profundidad. Preguntarnos, por ejemplo, si el Gobierno de Pedro Castillo será sostenible hasta el 2026 es una cuestión que exige no solo del análisis de la coyuntura, sino también de diversos episodios de la historia nacional. Y trayendo estos a recordación, el veredicto, por triste que sea, nos permitirá prepararnos para la acción.

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