RAÚL CHUQUIMIA Y EL ARTE CONTEMPORÁNEO
Por: Yuddy Gallegos Zamata

Raúl Chuquimia, artista arequipeño, realizó sus estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes “Carlos Baca Flor” entre los años 1999 y 2003. Fue finalista en el “Concurso Nacional de Artistas Jóvenes” en las ediciones del 2008 y 2010; en el XXXVII “Salón Nacional de Acuarela del ICPNA” (2009); el Concurso Nacional “Pasaporte para un artista”, en ediciones de 2007, 2009, 2011 y 2013 así como del Concurso Nacional de Pintura del Banco Central de Reserva del Perú, en las ediciones de 2013, 2014 y 2015. Actualmente dirige “La Patria Chica Proyectos Culturales” y la tienda-taller de arte utilitario “Pucara Bulls”. Conversamos con él sobre Arte Contemporáneo.

Para comenzar, el concepto de artista ha ido cambiando con el tiempo, pasó de ser un genio a democratizarse bajo el pensamiento de Duchamp quien sostenía que instalar un objeto era un gesto artístico y todos podían dar gestos. Según esto, ¿nos podrías decir quién es Raúl Chuquimia desde una perspectiva artística actual?

Yo me he ido forjando a través de un proceso de búsqueda. Para mí ha empezado así y sigue siendo un proceso de búsqueda como ser humano, más que todo, indagando en las técnicas que me competen. He tenido siempre curiosidad, desde que entré a la escuela de artes, por indagar más en lo estético, tanto en el cine, la literatura y en varias ramas, no sólo plásticas.

Para mí el arte sigue siendo eso, una búsqueda, un encuentro y un volver a retomar ese ciclo; dejar algunas cosas que explorado hasta cierto punto y retomarlas en el tiempo. Así he hecho mi trabajo en pintura, por ejemplo, paré de pintar y he estado haciendo un poco más de serigrafía o fotografía.

¿Te consideras artista contemporáneo?

Es un poco difícil responder, de repente por la apariencia con la que hago mi arte se podría denominar en términos generales “contemporáneo”, porque maneja las imágenes del tiempo en que estamos; pero creo que las respuestas o los sentimientos de nuestras culturas ancestrales nos siguen llegando, todavía siguen siendo contemporáneas para mí, yo sigo aprendiendo de ellas como si fuera un artista nuevo, por qué están ahí; está viva su imagen que nos representa.

Se dice que el arte contemporáneo necesita de las paredes del museo para ser considerado obra de arte ¿Cuál sería tu postura?

En términos formales, está bien dicha esa frase, pero para una persona que se considera creativa o creadora, sales de tu casa y ahí encuentras posibilidades para transmutar y hacer obras de arte, están ahí como si fueran instalaciones, o personas haciendo sus performances; y si tienes una cámara podrías grabar un documental. Yo creo que en ese sentido Duchamp ha abierto una puerta en la que estéticamente todo podría ser arte, siempre y cuando tengas esa sensibilidad de estetizar el mundo.

¿Cómo crees que se encuentra la brecha actual para “entender” el arte contemporáneo, y cómo se podría ir cerrando para así llegar a más personas?

Bueno, también pasa por la responsabilidad de uno mismo como espectador. Si tú te comprometes o por lo menos tienes un poco de amor propio, comienzas a cultivarte. Tenemos una sola vida y alguna manera hay que hacerla más rica. En esa búsqueda en la que te nutres vas explorando formas de comunicación. El entendimiento es racional, quizás mejor empezar por las emociones, como un niño, cuando expresa su miedo lo hace por el llanto, cuando expresa su alegría lo hace en forma desbordada. Las emociones son algo primitivo por lo que podríamos empezar. Lo más cultivado se va desarrollando paulatinamente mientras crecemos.

Por ejemplo, si te vas de viaje, más allá de simplemente viajar por turismo o descubrir la naturaleza, que también es importante, se podría buscar una galería, un museo o una biblioteca. Cuestión de cada uno que vaya enriqueciendo esa interpretación, superando las barreras que tenemos como seres humanos.

¿Cuáles son tus principales detonantes o canales de inspiración y por qué?

Empieza en mi con la necesidad de comunicar algo, de expresarse. Como cuando tienes hambre y buscas algo para saciarte, yo tengo ese apetito por decir algo, un pensamiento, emoción, un sentimiento, de ahí parto empiezo a explorar el tema; y ya son los medios o herramientas que uno domina las que se van conjugando.

En mi caso siempre ha sido tratar de dar luz a algo íntimo o interior y que sea de todos. Si es mío es de todos.

He visto en tus obras diversas técnicas, ¿cuál sería tu medio de expresión o técnicas predilectas?

El dibujo. Siempre he tenido una libreta y siempre la tendré, para poder dibujar en mis momentos de vacío, me ha enseñado bastante el hacerlo, me da soltura. A veces utilizo correctores, estilógrafos, materiales de escritorio que pueda llevar en mi mochila para tener a mano a la hora de dibujar. Me siento bastante cómodo con la pintura, porque es empezar de nada, es tener el espacio en blanco, a jugar con las figuras, las formas, las texturas y la composición, hacer que la imagen se empiece a evocar a sí misma a través de los sentimientos o el conocimiento previo que yo tenga del material.

También me gusta mucho experimentar con los materiales, no sólo he utilizado pintura tradicional como el óleo, la acuarela, sino también he trabajado con acrílicos, pintura textil de serigrafía, plastisol o pasteles grasos. Por ejemplo, hay veces que ya no uso pinceles, sino a manera de espátula utilizo reglas, palos bolsas, telas, trapos, etc.

En tus últimas obras he podido observar la interpretación del aquí y ahora de nuestra sociedad, ¿qué tanta relevancia tiene tu entorno político, social, económico e ideológico a la hora de conceptuar un proyecto?

Me he preocupado siempre por tener dos puntos de vista: el íntimo y el político. En el político, quiero llegar a las personas de a pie, ya sea en estas intervenciones públicas que suelo realizar con imágenes del contexto social del país. Mi intención es que el trabajo sea descifrado con rapidez y que alcance a bastantes personas. Este tipo de muestras en mi caso no necesita mucha explicación, en cambio en la otra rama, la íntima, sí se requiere un poco de mayor esfuerzo en el espectador para observar algunas señales y de esa manera interpretar el trabajo.

¿Cómo ves a las nuevas tecnologías digitales a nivel de función y de sensación?, ¿quizás con esto se estaría perdiendo el “Aura” de la obra artística?

En caso se perdiera, sigue siendo una persona la que está detrás de eso, por más que exista una máquina siempre es una persona la que está trabajando y manipulando estos efectos, transmitiendo sus emociones y sentimientos en el teclado de una computadora o dibujando en una pantalla digital. Yo creo que son distintas experiencias, en mi caso disfruto de ambas siempre y cuando sigan cautivando, no me atrevo a juzgar la manera de hacerlo más que el resultado para el espectador. Si sigue sensibilizando a las personas, con eso es suficiente, ya sea digital o manual.

He podido observar en tus obras el uso de fotomontajes, ¿qué tanta influencia tiene el diseño gráfico en tu forma de expresión?

Cuando estuve en la Escuela de artes, en una clase una docente nos dijo que ya no había mucha diferencia entre el arte y el diseño. Ahora con la experiencia que hemos obtenido en un espacio como Pucara Bulls, donde teníamos a artistas y diseñadores, yo sí podía percibir la diferencia, más que todo formal; pero al momento de ser expuesto, visualmente había mucha similitud. En mi caso yo llegué al formato digital por curiosidad. Yo estaba expresándome a través del collage, pero había momentos que tenía que digitalizar ese collage para poder presentar un proyecto, entonces esas partes de fotografía que a veces a mí me daba pena de recortarlas, las escaneaba y las componía en Photoshop, así que a partir de esto empecé a experimentar con estas herramientas digitales, y me parecía que estaba haciendo cosas inmateriales.

Me gustaba mucho cuando hacía fotomontaje, ya que sentía que lo hacía con el aire, con imágenes que sólo se veían en los pixeles de la pantalla. En 2010 se me ocurrió hacer una galería virtual que se llamara “Celda”, e invitar a artistas para que coloquen sus trabajos en estos formatos y a través de la web alcance a la gente, pero paré de hacer esto porque siempre me llamaba lo manual. Lo retomaré en algún momento, sólo es cambiar de formato.

Cuando dibujas es en una hoja de papel y cuando es arte digital es en la pantalla de la computadora, pero sigues siendo tú que trata de averiguar más cosas en este lenguaje visual.

El artista italiano Salvatore Garau vendió su escultura inmaterial y completamente invisible por 14.820 euros, en una casa de subastas en Italia denominada Art-Rite. La obra debe ser ubicada en una habitación privada en un espacio libre de cualquier objeto, de una dimensión de 150 x 150 centímetros, ¿Cuál es tu perspectiva de artista frente al arte contemporáneo?, ¿y cómo ves el mercado de arte en Arequipa y en el Perú?

En 2019 Nereida y yo estuvimos en el museo Reina Sofía, empezamos por la colección permanente que tienen de arte contemporáneo. Se divide en dos salas, una exclusivamente para la guerra española, estaba ahí la “Guernica” de Picasso y pinturas de Joan Miró. Después de este recorrido nos encontramos en la otra sala, y le digo en broma a mi esposa: “Mira ese trapeador y ese balde que está ahí en la esquina, esa es la obra de arte”; y a medida que nos íbamos acercando, en realidad sí se trataba de una obra de arte, y nos reímos.

En la “Guernica” yo estuve como cuarenta minutos observando el cuadro, pero en el otro solo aguanté tres minutos, y la única sensación que me llevé de la última sala fue envidiar la suerte de ese artista al que expusieron su obra de un trapeador y un balde. Particularmente, a mí no me llenan estas obras de arte, yo como espectador simplemente lo dejo pasar, pero como profesional sí me preocupa, siento que es el tiempo en el que vivimos. El arte siempre será símbolo de lo que vivimos, por eso uno tiene que educarse lo mejor que pueda, para brindarse de esa manera a la sociedad.

Ahora a lo que respecta a la segunda pregunta, veo que en Lima hay más coleccionismo particular, donde un artista podría llevar una vida tranquila; en cambio aquí en Arequipa no hay mercado de arte

En Púcara Bulls, paralelamente nosotros hacíamos nuestros trabajos artísticos donde se vendían dos piezas al año, pero con la tienda de diseño nos dejaba para sustentarnos y hacer lo que más nos gustaba, además de apoyar a otras personas que tenían ese interés por el diseño independiente. Siempre hay el riesgo que uno asume por hacer lo que le gusta, y más en nuestro país que no ve al arte como algo serio.

¿Cuáles son los próximos proyectos?

Ahora estoy experimentando con el sonido, solo sonido. He participado en algunos festivales nacionales haciendo mezclas con discos de vinilo y un poco de DJ. Es otra puerta que se me ha abierto.

Iniciar algo es lo que más me emociona, cuando empiezas no sabes nada (risas), cometes errores ingenuos que te van enseñando; y ese proceso de aprendizaje es gratificante. En este caso vas agarrando el lenguaje sonoro, las herramientas, averiguas otras más y empiezas a armar tus propuestas.

También quiero hacer intervención pública, tengo mallas de serigrafia y quiero estampar las paredes (risas).

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