UCRANIA: ALGUNOS DATOS SOBRE SU POSICIÓN ESTRATÉGICA EN EURASIA (PARTE I)
Por: Anthony Medina Rivas Plata – Director de la Escuela Profesional de Ciencia Política y Gobierno UCSM
Según Zbigniew Brzezinski, ex Asesor de Seguridad Nacional del presidente estadounidense Jimmy Carter (1977-1981), controlar Ucrania es una necesidad vital para el mantenimiento de la supremacía rusa en Eurasia. “[…] Sin Ucrania, Rusia deja de ser un imperio, pero con Ucrania subordinada, Rusia se convierte inmediatamente en un imperio”, señalaba el también autor del libro “El Gran Tablero Mundial” (‘The Great Chessboard’). Para entender el rol que cumple este país en el actual orden internacional, así como la relevancia del conflicto que mantiene con Rusia desde 2014, repasaremos algunos datos sobre su historia y posición geopolítica.
La historia oficial de Ucrania considera el comienzo del país como el establecimiento de un viejo imperio llamado la Rus de Kiev (‘Kievan Rus’) durante el siglo IX, el cual unió a diversos pueblos de etnia eslava a lo largo de la zona occidental de Rusia, Bielorrusia y el actual territorio central y occidental de Ucrania. La Rus de Kiev alcanzó su mayor apogeo en el siglo XI y su área se extendió desde el Mar Báltico hasta el Mar Negro. En el siglo XII, el Imperio Mongol y diversos grupos Tártaros (turcos) conquistaron la mayoría del país y lo fraccionaron en zonas independientes con gobiernos autónomos entre sí. Entre los siglos XIII y XIV las regiones del norte y el oeste cayeron bajo dominio Polaco-Lituano; con lo cual los ucranianos fueron forzados a adoptar la fe católica, generando conflictos religiosos y étnicos dentro de la población. Entre los siglos XV y XVI, la mancomunidad Polaco-Lituana continuó extendiendo su influencia, con lo cual la Iglesia Católica Griega se volvió progresivamente dominante en la región. A partir del siglo XVII empezaron a aparecer rebeliones de cosacos (líderes militares) provenientes del sur de Ucrania. Estos guerreros que se enfrentaron a polacos, lituanos y rusos, son reivindicados como parte de la identidad cultural ucraniana hasta el día de hoy.
En 1648, el legendario cosaco Bogdan Khmelnytsky lideró una rebelión en 1648, sellando la independencia de Kiev del dominio Polaco-Lituano; para posteriormente oficializar la creación del estado Ucraniano Cosaco y firmar un tratado de paz con el Zar ruso. Bajo los términos de dicho tratado, Ucrania se uniría con Rusia. Sin embargo, los rusos tenían otros intereses para con Ucrania, por lo que la lucha continuó hasta 1667, cuando Rusia y Polonia se repartieron el territorio ucraniano a lo largo del río Dniéper, quedando la margen izquierda bajo control ruso y la derecha regresó a ser controlada por los polacos.
Durante el siglo XVIII, el Reino de Polonia había entrado a un período de decadencia política y militar, por lo que sus vecinos de Austria y Rusia veían sus territorios con cada vez mayor interés. Así, Rusia logró expandir aún más expandió su territorio, integrando a los cosacos ucranianos del margen derecho del Dniéper y creando asentamientos de campesinos rusos en la península de Crimea; mientras el Imperio Austro-Húngaro se anexaba parte de la región de Galitzia, en la zona occidental de Ucrania.
No fue sino hasta el siglo XX que reaparecieron los movimientos por la independencia de Ucrania, pero con la victoria bolchevique en Moscú, el país se incorporó a la estructura de la naciente Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Mediante el Tratado de Riga (Letonia) de 1921, el este de Ucrania se incorporó plenamente a la URSS, mientras la región de Galitzia regresó a Polonia. Sin embargo, este dominio polaco duraría poco, ya que, de acuerdo a los protocolos secretos del Pacto Molotov-Von Ribbentrop (tregua entre nazis y comunistas durante la Segunda Guerra Mundial), la URSS absorbía el este de Galitzia mientras Alemania avanzaba dentro de territorio polaco. Luego de la guerra, la Galitzia Oriental permanecería dentro de la URSS, mientras que la Occidental sería devuelta nuevamente a Polonia. En 1954, Nikita Khruschev, quien era ucraniano de nacimiento, entregó la península de Crimea a la República Socialista de Ucrania, siempre bajo la presunción de que esta continuaría formando parte de la Unión Soviética. Como sabemos bien, con la disolución de la URSS en 1991, Ucrania se convertía en una República Independiente, con lo cual surgirían nuevos puntos de conflicto con sus ex gobernantes como producto del nuevo status del país. Temas como el desarme nuclear, la lucha contra el separatismo, el status de los pueblos de etnia rusa en el este y la situación de Crimea son algunos de los aspectos de fondo que ayudan a entender mejor la actual crisis en la región.