Asonadas contra las inversiones mineras en el sur peruano
Por: Iván Arenas – El Montonero

No obstante la situación política nacional, en las regiones del sur peruano los conflictos sociales y políticos alrededor de la minería moderna han empezado a escalar a niveles sin precedentes. ¿Por qué ocurre esto?

Una aproximación a este crecimiento de los conflictos sociales y políticos en el sur peruano está directamente relacionada con el abandono del Gobierno del principio de autoridad y respeto a la Constitución y las leyes. En otras palabras, el Gobierno –que representa al Estado– ha entregado a las comunidades sureñas y dirigentes la capacidad de instalar orden y hacer respetar las leyes y el derecho.

La otra aproximación es que el proceso abierto para las elecciones regionales y locales ha originado que los dirigentes comunales busquen la legitimidad social y electoral. Y para ello utilizan su oposición frontal contra las operaciones mineras. En ese sentido no exageramos cuando decimos que Las Bambas y Cuajone, ambas operaciones cupríferas, son dos operaciones abandonadas por el Gobierno a su suerte.

El detalle es que para la administración Castillo el abandono a las operaciones mineras no solo significa minimizar su presencia de las zonas de conflicto, sino también no presentar ninguna propuesta técnica que permita reducir la conflictividad.

Durante el Gobierno de Sagasti se conoce que desde el Minem se empezó a gestar una propuesta para la prevención, atención y gestión de los conflictos sociales y políticos alrededor de la minería. La propuesta involucraba la contratación de más de 200 operadores que atiendan y gestionen todos los conflictos sociales, que suman casi igual número. En principio se pensó en gente experimentada y técnica. Pues bien, el actual dueño de Perú Libre, Vladimir Cerrón, el hombre todopoderoso en el Minem, ha encontrado en dicha propuesta la manera de contratar operadores de su partido. Es decir, una propuesta metodológica que habría servido para la detección, prevención y sanción de conflictos ha devenido en una estrategia de copamiento perulibrista.

Ojalá me equivoque, pero tengo toda la seguridad de que ello será así. Tan solo basta ver la nueva relación de funcionarios, algunos abiertamente perulibrista, en el Minem. Y otro síntoma de que la cosa va muy bien para Cerrón es la salida de dos experimentados funcionarios de la oficina de Gestión Social, que eran una traba para la estrategia perulibrista.

Mientras ello ocurre, los conflictos en el sur siguen moviéndose para más y no hay quien los pare.

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