Por una convivencia sin violencia en las aulas
Por:Dra. Elizabeth Zea
Las instituciones educativas están regresando a la presencialidad, para lo cual el Estado lleva a cabo campañas de inmunización a la comunidad educativa e implementa medidas tales como pruebas de despistaje y protocolos sanitarios en la infraestructura educativa.
Sin embargo, garantizar un retorno a clases seguro no solo debe implicar prevenir contagios de covid-19 sino también un entorno libre de violencia a los estudiantes.
La violencia escolar en época de pandemia no dejó de estar presente a través del ciberespacio en medio de la interacción de las clases virtuales.
Según la plataforma SiSeVe, solo entre el 2020 y el 2021 se dieron 124 casos de ciberacoso entre estudiantes, pero se presume que serían muchos más pues esta forma de violencia se da en las redes sociales de los menores de edad de las que mantienen alejados a los padres de familia por temor o vergüenza.
Por esto, las instituciones educativas deben garantizar espacios de desenvolvimiento seguro a los escolares, cumpliendo su deber de informar a los padres de familia y a los alumnos sobre el procedimiento para reportar un caso de violencia escolar, así como capacitar debidamente a los docentes y personal de la institución educativa en la atención y tratamiento de los casos.
Desde el 2012 contamos con la ley 29719 que promueve la convivencia sin violencia en las instituciones educativas, y a partir de ahí se han desarrollado lineamientos, protocolos, así como un procedimiento administrativo ante el Indecopi para sancionar a los colegios que no atiendan debidamente los casos reportados.
Sin embargo, la prioridad debe ser la implementación de medidas de prevención ante un inminente retorno a clases presenciales y su fiscalización por las autoridades competentes a cargo del Minedu y no solo proceder al seguimiento a partir de los reportes generados.
Además, es importante promover mecanismos de articulación entre el colegio y los hogares, como las reuniones tutoriales con los padres de familia, y los consejos educativos institucionales (Conei) con un papel más participativo.
Esta pandemia nos ha dejado valiosas lecciones por aprender, una de las más importantes es la de prevenir. Y cuando se trata de prevenir la violencia que afecta a nuestros niños y adolescentes, se convierte en una prioridad.