La mediación eclesiástica
Por: Carlos Meneses
“Ojalá la mediación eclesiástica bien aceptada por todos consiga el éxito que es necesario para que la paz social se restablezca y caminemos lejos de la anarquía, de la corrupción y de la intolerancia”.
Ha hecho bien el arzobispo de Huancayo y cardenal de la Iglesia Católica, Pedro Barreto, en aceptar ser mediador en el conflicto político que agobia a los peruanos y que también se traduce en una paralización de necesaria política gubernamental para salir de la crisis económica y de un constante desequilibrio en la economía de los más pobres.
No extraña que monseñor Pedro Barreto vuelva a caminar por una senda de búsqueda de paz y comprensión entre quienes están en permanente tira y jala en los últimos 9 meses y primeros del gobierno del presidente Castillo.
Ahora hay que buscar soluciones inmediatas, según la propia expresión del prelado, para hacer honor a los deseos del propio Papa Francisco que ha invitado a los peruanos a reencontrase, a devolver la paz social a su país y al cumplimiento den las promesas hechas, por mediación de la Iglesia, de los entonces candidatos Pedro Castillo y Keiko Fujimori quienes poniendo mano en bandera juraron hacer del Perú una nación que recuperase la economía dañada por la epidemia del coronavirus.
Se trata de encontrar ahora como primera medida cambios en el gabinete ministerial para reducir el número de elementos no idóneos que han sido convocados a 4 gabinetes en solo 9 meses.
Lo que se espera, ahora, es sobre todo un presidente del Consejo de Ministros que merezca el aprecio de todos, que tenga la fuerza y el reconocimiento colectivo para imponer un sistema de gobierno que nos aleje de los desvaríos advertidos en los 4 gabinetes anteriores.
Lo evidente es que no puede seguir pasando lo que ya hemos sufrido y cada vez es más creciente la opinión ciudadana que reclama se busquen bondades y no se persista en errores por amiguismo, para poder hacer frente, también, a una corrupción que está llegando a límites de impunidad por los desentendimientos observados en el quehacer gubernamental o la renovación de los mismos estilos que hacen perder dinero a todos los peruanos.