HOY CONOCI EN EL MUNDO GENTE MARAVILLOSA
Por: Juan Manuel Zevallos Rodríguez – Magíster en Salud Mental del Niño Adolescente y Familia

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Uno de los grandes problemas que día a día contemplo en mi práctica clínica como profesional de la salud mental es la falta de diálogo en los hogares. El arte de escuchar, entender, comprender y compartir está entrando en una fase de desuso en nuestra sociedad y las secuelas de su ausencia se evidencian en los múltiples conflictos personales, familiares y sociales que contemplamos a diario.

El diálogo como primer mandamiento de la convivencia

Las tasas de violencia familiar en nuestro país son altas y una de las causas más frecuentes para el desarrollo de esta conducta es la falta de diálogo y con ello incomprensión entre los miembros de la familia.

Hacia el año 2019 las tasas de violencia hacia la mujer bordeaban la cifra del 70% y la violencia hacia los niños, caracterizada en la mayoría de situaciones por el uso de la reprimenda verbal como forma de castigo por ambos progenitores, llegaba al 74,2% por el padre y al 72,4% por la madre.

Muchos padres y maestros buenos han delegado la misión de la educación de nuestros niños a las distintas creaciones tecnológicas de este tiempo: PC, Tablet, teléfono celular inteligente y otros; olvidando que en la educación debe haber siempre diálogo y el arte del diálogo no se desarrolla con aplicación alguna de internet.

¡Nuestra niñez vive abandonada a su suerte! Las reuniones familiares son ahora soliloquios de relaciones entre cada miembro de la familia y su dispositivo móvil. La falta de diálogo familiar nos está condenando a ser una sociedad en donde los integrantes de cada familia pasan a ser simplemente desconocidos que viven bajo un techo y que tienen una rica vida virtual “con personas que creemos que conocemos y cuya certeza será siempre una duda”.

La falta de diálogo nos está llevando a vivir una existencia vacía de afecto y compromiso social, nos está llevando a experimentar el síndrome del autista digital o, peor aún, nos está conduciendo al desfiladero de la conducta asocial.

Para desarrollar cada una de nuestras capacidades y dones necesitamos como especie “del diálogo”, un diálogo que nos enriquezca al compartir ideas, conceptos y reflexiones, un diálogo que nos llene de vida al interiorizar la nobleza, la bondad y solidaridad de aquellos que nos rodean.

La era de comprensión y la empatía no pueden desarrollarse si el diálogo y el arte de la comunicación saludable están ausentes.

Aquel ser humano que aprende a dialogar en aquel ambiente familiar lleno de amor y que es motivado con cariño y disciplina por sus padres podrá hacer suyo con el paso de los años dos importantes instrumentos de desarrollo personal: el diálogo del autoconocimiento y la motivación, y el diálogo social de la compresión y el entendimiento.

Aquel hijo maravilloso que fue criado bajo el primer mandamiento de la convivencia social, el diálogo, es aquel que a diario se interesará por lo que piensa y siente y por consiguiente se comprometerá a ser mejor.

El hijo de padres maravillosos que a diario trabajan el arte del diálogo en el hogar lucirá con frecuencia la sonrisa de aquel que busca entender la conducta ajena y aportará con frases inteligentes y oraciones solidarias a la convivencia social.

Hoy es un día importante en la vida de cada uno de nosotros. Hoy es el día en el cual padres y maestros maravillosos se comprometerán a trabajar el diálogo como instrumento del bien social.

Hoy es un día maravilloso en la historia de la humanidad ya que la sociedad en conjunto dará respuesta a las siguientes interrogantes:

¿No será que el primer mandamiento de la convivencia social, llamado diálogo, debiera de ser trabajado arduamente en los hogares y escuelas como base del desarrollo socio emocional de nuestros hijos?

¿No será que el arte del diálogo debiera de ser una asignatura básica en la educación inicial y que la nota aprobatoria se base en la confianza reflejada en un diálogo significativo y alturado?

¿Cuantos problemas como sociedad podríamos prevenir si los estudiantes de primaria llevaran una asignatura de comunicación saludable, en donde el respeto por el pensamiento ajeno sea uno de los pilares de aquel curso?

¿Cuantas muertes se podrían evitar si los estudiantes de secundaria desarrollaran talleres de conciencia social en donde la expresión de frases motivadoras, empáticas y contemplativas a sus pares sea una de los objetivos para mejorar la salud mental del grupo?

Conozco muchos padres buenos que a diario desarrollan una labor excelente en sus centros de trabajo y que sin embargo son seres ausentes en la vida personal de sus hijos.

Conozco a maestros buenos que manejan la pedagogía en el dictado de sus cursos con la solvencia del que más sabe y que sin embargo no han podido estructurar un diálogo afectuoso y comprensivo con sus alumnos.

Si como padres y maestros maravillosos nos uniéramos a esta cruzada de trabajar la salud mental en cada uno de los lugares donde desarrollamos nuestras actividades y si enfatizamos el arte del diálogo expresivo, comprensivo, empático, solidario, altruista, bondadoso y gentil como instrumento básico de convivencia social probablemente el día de mañana tendríamos menos conflictos personales, familiares y sociales.

Aquel que nació y creció y en un ambiente lleno de diálogo sabe el valor de cada palabra y sabe que siempre debemos de expresarnos de la mejor manera a pesar de tener en frente los obstáculos más complejos o los desafíos más difíciles. Otro tipo de expresión solo daña y aquel que ama la vida no se lastima ni daña a nadie, solo busca ser un instrumento de bien.

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