Perú: ¿país primario exportador?
Por: Por Guillermo Vidalón – El Montonero
Recientemente el presidente Pedro Castillo anunció su voluntad que el Perú deje de ser un país primario exportador, anhelo que sin lugar a dudas comparte la inmensa mayoría de compatriotas. Para convertir la esperanza en realidad se requiere de conjugar varios elementos, entre los que se encuentran: a) El potencial del país, b) La calidad de la educación básica, que aporta un recurso humano suficientemente capacitado para enfrentar el desafío de una educación universitaria cada vez más rigurosa y, por consiguiente, estimula la investigación para generar conocimiento científico y tecnológico que genere un aporte relevante en términos socio-productivos y financieros a la sociedad, c) Las condiciones para que la economía nacional crezca a los mayores niveles posibles para fortalecer la demanda interna en función al intercambio de bienes con la economía global. De esta manera se reducirá la pobreza en función al trabajo y a los mayores niveles de productividad, contrariamente al otorgamiento de dádivas que terminan por limitar la potencialidad creadora de las personas y los condena al empobrecimiento generalizado, tal como ocurre en la actual Venezuela.
El primer elemento es el potencial geológico del territorio, que incluye el mar de Grau. Ambos nos ofrecen recursos naturales que deben ser monetizados para que tengan un valor significativo que contribuya al desarrollo nacional. Por ejemplo, la minería logra que un mineral en estado natural se convierta en un producto comercializable, como lo es nuestro principal producto de exportación, el cobre, el cual se vende como concentrado o como metal. El Perú no comercializa rocas, vende un metal que pasó de 0.4% de ley en la naturaleza a 25% en promedio si se trata de concentrado; y de 99.999% de pureza si se trata de cátodos de cobre de lixiviación. En consecuencia, la minería sí representa un gran salto en el proceso de generar valor agregado.
Claro que todos coincidimos en la necesidad de incrementar aún más el valor agregado de la producción minera, pero este proceso responde a un análisis de la realidad. Las inversiones mineras, según como hayan sido planteadas, han asumidos compromisos previos de abastecimiento de concentrados o cátodos a otras fundiciones y refinerías –en el primer caso–, y, en el segundo, de otras industrias manufactureras que incorporan al cobre en un producto final que es puesto a disposición del consumidor.
Para dar el salto de la producción minera (concentrados o metal) al producto final se requiere contar con infraestructura industrial más competitiva, eficiente y rentable que aquella que procesa actualmente la exportación minera. Es obvio que no disponemos de ella.
Por sí misma, la creación de una entidad pública no genera conocimiento ni ciencia ni tecnología. En cambio, sí demandará un presupuesto que bien podría destinarse al fortalecimiento del Concytec o de las universidades públicas o privadas cuyos centros de investigación registren el mayor número de patentes con impacto relevante en la economía nacional, sea que éstas tengan un impacto económico positivo con implicancias socio-productivas.
La minería es una vía de doble acceso para incorporar y promover la generación de conocimiento que impacte favorablemente en el incremento del valor agregado. Si el estado promueve y garantiza la seguridad de las inversiones mineras, se incrementará la producción y, por lo tanto, el fortalecimiento de la posición del país como uno de los principales productores de metales del mundo; subsecuentemente, se atraen mayores inversiones y se generan más puestos de trabajo en zonas ubicadas por encima de los 3,500 m.s.n.m., habitado principalmente por pobladores en situación de extrema pobreza (68% del total de pobres extremos, según el INEI) porque el sistema productivo que emplean para sus actividades agrícolas no ha incorporado los avances que la ciencia registra en la actualidad.
Además, el desarrollo de proyectos mineros impacta favorablemente en el consumo de la industria local que la abastece, lo que fortalece la cadena productiva que suministra insumos y productos a la actividad principal. No obstante, si se quiere efectivamente añadir más valor, se requerirá promover la instalación de nuevas fundiciones y refinerías para procesar la nueva producción minera que provendrá de la apertura de nuevas minas o la ampliación de las existentes, es decir, la puesta en valor de la riqueza potencial del territorio.
El incremento de la producción minera genera más recursos económicos para el estado en todos sus niveles de gobierno y el cinco por ciento del canon y regalías mineras a las universidades públicas de la región donde se ubica el yacimiento; por lo tanto, la ecuación indispensable, destinar recursos para la investigación -con la intención que se incremente el registro de patentes- se cumplirá, dejando de ser la afirmación un simple anhelo.
Si se toman decisiones que fortalezcan la confianza, los inversionistas –nacionales y extranjeros– traerán sus capitales para contribuir al pronto desarrollo del Perú. China, la segunda potencia mundial, decide en 1978 atraer inversiones, dando paso a la liberalización de su economía, al libre mercado, al respeto a la autonomía de la gestión empresarial, reformó la tenencia colectivista de la tierra y reconocía la importancia de la propiedad. Las herramientas que empleó, una carga tributaria comparativamente atractiva con relación al país de origen de los capitales y su mercado potencial de consumidores.
A diferencia de China, el Perú no cuenta con un enorme mercado de consumidores, en consecuencia, la orientación hacia la conquista del mercado internacional mediante la exportación de nuestros productos es positiva y debe seguir diversificándose.
El territorio peruano tiene inmensos potenciales que aún no hemos descubierto. Siempre fue generoso en oportunidades, como lo fue con el guano de las islas, el salitre, el caucho, la pesca y lo sigue siendo con los metales que se encuentran principalmente en la cordillera de los Andes. Ahora, nos ofrece yacimientos de litio que podrían ser empleados como una palanca para incentivar el establecimiento de la industria de baterías para autos eléctricos, e inclusive para la fabricación de vehículos operados con este componente. Los vidrios de los autos Tesla se fabrican en el Perú, así como para otras marcas de segmentos más exclusivos.
Podemos dar el salto hacia la transformación progresiva de la producción minera, ¡sí!, pero debemos ser pragmáticos y no ideologizados. Tengamos presente que el mayor valor económico en la actualidad es un intangible que se llama conocimiento, que solo es posible si se potencia las competencias de la población en todas las actividades económicas.