Cuando el amor traiciona tus valores
Por: María Marín
La fuga de un preso siempre es noticia, pero recientemente hubo una en Alabama que dio mucho de qué hablar. Y no porque el peligroso criminal haya planificado un escape de película, sino porque se fugó fácilmente; salió de prisión a una cita médica, acompañado por una guardia penitenciara, quien resultó ser la mujer con la cual compartía un romance tras las rejas.
Tanto amigos, como familiares de Vicky White, se cuestionan cómo una ciudadana tan ejemplar y una oficial tan respetada -galardonada como empleada del año del sistema correccional estadounidense, en cuatro ocasiones- fue capaz cometer tal delito, andar prófuga por 11 días y quitarse la vida.
Se disparó en la cabeza, tras una persecución automovilística con la policía; mientras, “su amor” fue arrestado y devuelto a prisión. ¿Quién mejor que ella para saber el castigo que le esperaba en la cárcel?
Vicky se volvió “loca de amor”, literalmente. Lo que sentía su piel, su cuerpo y su corazón con cada susurro, mirada y caricia del reo y asesino Casey White, era más fuerte que la razón, la ley y su integridad.
Sentirse amada valía más que cualquier consecuencia fatal. Incluso, parecía soñar con pasar el resto de su vida junto al criminal de 38 años, que casualmente lleva su mismo apellido. Vendió su casa, obteniendo $95 mil y solicitó un retiro laboral temprano.
Según especialistas en criminología y psicología, el riesgo que tomó Vicky va más allá del fenómeno de la hibristofilia, la atracción romántica por un asesino. Esta viuda, hizo lo que hizo porque el romance disfrutado a sus 56 años era lo más maravilloso, rescatándola del vacío emocional que enfrentan muchas solteras, divorciadas y viudas en la mediana edad.
Independientemente, de si es un ciudadano bueno ó un criminal psicópata, un hombre que haga sentir a una mujer amada, sea real o falso, puede ser “el salvavidas” para alguien sumida en la crisis de envejecimiento y soledad que traen los 50.
No justifico a Vicky, tampoco abogo por un asesino como Casey, y muchísimo menos insto a cometer delitos en nombre del amor. Lo que sí queda claro con esta historia, es que detrás de cualquier acto inexplicable, se puede esconder una necesidad de afecto, que es capaz de traicionar hasta al más recto y ejemplar.
Ojo, con “el amor”. ¡Déjate robar el corazón, pero jamás permitas que te roben la mente, la libertad y la vida!