Por: Carlos Meneses

“Melgar es un testimonio de que unidos, los arequipeños no podemos ser vencidos sin luchar. Con una entrega que nos entusiasma y nos da alegría”.

Satisface comprobar que al igual que el afecto que tienen los peruanos por su selección nacional de fútbol, los arequipeños compartimos el entusiasmo y la fe brindada por el FBC Melgar en cada una de sus presentaciones tanto en los campeonatos nacionales profesionales como en el esfuerzo realizado por sus jugadores e hinchas para relevar su comportamiento para con la tierra donde viven y que durante, prácticamente, un siglo han brindado sabores de alegría a una ciudad que cree en sus destinos y, sobre todo, en quienes se encargan de labrarlo, procurando con afecto singular el alcanzar metas y entusiasmar a un pueblo que se debate en dificultades.

El deporte es bueno, además, porque no solamente une, sino invita a compartir la esperanza, la confianza en tiempos mejores, con un equipo distinguido por su caballerosidad y con una calidad indiscutible que no encontramos en otras actividades

Los melgarianos responden a una herencia singular que significó para Arequipa la lucha por la independencia, el amor por el semejante y el cariño por la tierra nativa. Esas virtudes se ven reflejadas en todos los hinchas melgarianos que en cada oportunidad de juego evidencia la nobleza de la entrega a favor de la tierra querida.

Afortunadamente para Arequipa hubo quien siendo rector de la Universidad Nacional de San Agustín (UNSA), realizó una proeza técnica y deportiva, construyó un Estadio Monumental, hecho de sol a sol, con el concurso de muchos, mediante sorteos, rifas, sin recibir apoyo del Estado hizo el equivalente al Estadio Nacional.

Ese es el escenario del Melgar, el lugar donde cada victoria es festejada con entusiasmo y donde la divisa es ganar con honor para entregar cada semana un nuevo regalo a la afición local.