Tras el desastre de Doha
Por: Christian Capuñay Reátegui

Luego del desastre de Doha, el futuro parece sombrío para la selección peruana de fútbol, no solo por la posibilidad indeseada, pero cada vez más cercana, de que el entrenador Ricardo Gareca decida marcharse. El panorama es preocupante porque los males atávicos del fútbol peruano se mantienen incólumes y los éxitos de los últimos años solo han servido para esconder la basurita debajo de la alfombra y postergar hasta las calendas griegas los profundos cambios requeridos a fin de conseguir que el equipo nacional no dependa solo de los logros de un entrenador solvente ni que su eventual partida afecte en demasía la competitividad de un plantel que participa en el torneo clasificatorio considerado entre los más exigentes del planeta.

Y ello puede lograrse, por ejemplo, promoviendo la aparición constante de nuevos jugadores en el medio local, para lo cual se requiere optimizar la labor formativa de los equipos y, asimismo, mejorar el nivel de la paupérrima liga local. Pero lo avanzado en esos campos básicos ha sido muy pobre en los últimos años.

La selección nacional tiene un promedio de edad superior a los 30 años y en la última clasificatoria han sido escasas las apariciones de nuevos futbolistas. Me pregunto, por ejemplo, qué jugador actual de la liga local podría reemplazar a André Carrillo en su mejor versión, o a Gianluca Lapadula, o incluso a Cristian Cueva. Es probable que el inicio de las próximas clasificatorias el equipo tenga que recurrir a los mismos jugadores de los últimos siete años.

Por otro lado, es inaudito que equipos locales persistan en contratar a jugadores muy veteranos abandonando la posibilidad de renovar sus planteles con mejor criterio. Por más glorias que hayan sido algunos futbolistas, es dudoso que una contratación de ese tipo arroje resultados positivos en la alta competencia, con mayor razón si están permanentemente afectados por lesiones crónicas. Si todo sigue así, no debe extrañar que el vergonzoso 8-1 encajado hace poco uno de los clubes más populares se convierta en la regla para nuestros cuadros en las competencias internacionales.

Aunque se dice que la renovación de Gareca sería poco probable debido a que tal posibilidad dependía de los ingresos que la Federación Peruana de Fútbol iba a obtener si Perú clasificaba al mundial, así como por el natural desgaste causado por la eliminación, pienso que lo ideal es llevar a cabo todos los esfuerzos posibles por continuar el proceso bajo la batuta del argentino. Sin embargo, si ello llegara a concretarse, desde mi punto de vista sería necesario también comenzar a plasmar las reformas desde las bases del fútbol nacional y quién sabe si la persona más idónea para emprender esa tarea sea el mismo Gareca. De lo contrario, todo seguirá siendo igual.

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