El mes de los cambios
Por: Carlos Meneses
“La sorpresa del 28 de julio debe ser para bien y no para agravar la situación difícil que padecemos los peruanos”.
Entre junio y julio de cada año los peruanos estamos acostumbrados a sorprendernos ante decisiones políticas y a veces económicas. No distinto será en el 2022, si tenemos en cuenta el anuncio del presidente Castillo de una gran sorpresa para el mensaje presidencial del 28 de julio que tendrá relación, sin duda alguna, con la situación que confronta el país en materia política y también de atención a la alimentación, cada vez más costosa, que tiene nuestro pueblo.
Como un adelanto que le permita al gobierno adecuar los cambios que reclama la población se vienen realizando los consejos ministeriales descentralizados a lo largo y ancho de todo el país y procurando tenerlos, sobre todo, en poblaciones que ni soñaron ser sedes de reuniones del gabinete.
El último de ellos, al que ha querido llamar cierre de broche de oro, ha tenido lugar en Arequipa, ayer por la mañana, con un par de apéndices en la provincia de Caylloma donde hace meses ocurrió un sismo de proporciones, que si bien no provocó muertos sí trajo como consecuencia daños materiales que por añadidura no han sido debidamente atendidos por quienes teniendo la obligación asumieron el compromiso de hacerlo.
Parecería ser que a alguien se le ocurrió pedir la mano del pueblo para conseguir una reconciliación ante un poder centralista que no está atendiendo en la debida forma las exigencias, primero en la lucha contra la epidemia del coronavirus y después en la confrontación de realidades entre lo que cuesta alimentarse, la seguridad de un empleo antes existente y ahora sufre por la elevación de valores en combustibles y en alimentos.
Estamos, pues, esperando llegue el día de la sorpresa, descartando que sea de una posición de cambio en la actitud mantenida hasta ahora por el gobierno que se proclama del pueblo, pero no logra conciliar sus puntos de vista sobre el futuro nacional con los que desearía la población y tampoco se halla el deseado encuentro entre Ejecutivo y Legislativo para superar lo que ahora es una lucha constante de poderes y de obstrucción casi permanente entre uno y otro.