El DT de Melgar se va a dirigir a Colombia
Por: Orlando Mazeyra Guillén
.
Con el Apertura en las manos, y a noventa minutos de los Cuartos de Final de la Copa Sudamericana, se cierra un ciclo inolvidable.
¡GRACIAS, PROFE LORENZO!
No será fácil, qué duda cabe, estar entre los ocho mejores clubes de la Copa Sudamericana 2022. Primero, tenemos que ganarle al Deportivo Cali y, duele decirlo, será la última vez que Néstor Lorenzo dirigirá a Melgar. “The last dance”, sentenciaría Juan Pablo Varsky. O la “última función” que —lo ansiamos todos— traiga esa victoria que nos deposite en los Cuartos de Final en donde nos espera Colo Colo de Chile o Inter de Porto Alegre.
El profe Lorenzo fue muy criticado por muchos hinchas (y, por supuesto, me incluyo). Él supo taparnos la boca a todos. Cuando perdimos contra la Universidad San Martín de Porres en Lima creíamos que otra vez —como ocurrió el año pasado— se ponderaría el torneo internacional descuidando la liga local. Lorenzo, a punta de trabajo y convicción, nos enseñó que es posible competir en ambos frentes (y, además, hacerlo con inusitada solvencia).
Durante esta temporada, Arequipa ha sido un territorio inexpugnable para los rivales del torneo peruano (en la Liga 1 ningún club anotó en el estadio de la UNSA) y también para los clubes extranjeros de la Copa Sudamericana (Racing Club de Avellaneda, River Plate de Uruguay y Cuiabá de Brasil).
Lorenzo venía de ser asistente técnico de José Néstor Pekerman. Ahora, da el gran salto luego de su exitoso paso por Arequipa y tomará las riendas del seleccionado cafetero. Antes, como futbolista profesional, había tenido el privilegio de disputar la Copa del Mundo de Italia 1990, llegando a la final con figuras estelares como Diego Armando Maradona, Sergio Goycochea y Claudio Paul Caniggia. El hasta hoy entrenador de Melgar disputó esa célebre finalísima contra Alemania que terminó 1 a 0 a favor de los teutones que marcaron la única conquista gracias a un dudoso penal cobrado por el tan mentado juez Codesal.
Acabamos de ganar el Torneo Apertura y no hay mucho tiempo para celebrar porque tenemos que sacar de carrera a los caleños. ¿Será fácil? De ninguna manera. ¿Somos favoritos? No. ¿Merecemos clasificar? Sin duda alguna, pero en el fútbol los merecimientos no cuentan. Lo sabemos muy bien los hinchas rojinegros.
Irse por todo lo alto y con la gratitud del pueblo arequipeño no es fácil. Lorenzo lo ha conseguido. Nos ha devuelto a la Copa Libertadores del próximo año y, por si fuera poco, nos ha ilusionado en la presente Copa Sudamericana. ¿Volverá algún día? Nadie lo sabe, ni siquiera él. Sólo nos queda decirle: ¡gracias, profe: Arequipa es su casa!
Pase lo que pase contra Cali, debemos ser conscientes de que estamos viviendo momentos inéditos con nuestro amado club. Sacamos de carrera a Racing Club (uno de los favoritos para ganar el torneo) y ocupamos el primer lugar de nuestro grupo de una forma insospechada (hermoso regalo del fútbol, valga subrayarlo). Anteriormente, habíamos dejado fuera de la competencia al campeón del año 2003 Cienciano del Cusco luego de una serie muy pareja.
DATO
A partir de mañana 7 de julio se hará cargo del rojinegro el entrenador Pablo Lavallén. La escuela argentina quiere seguir haciendo historia en Arequipa y, en la previa del partido contra los colombianos, hasta apelamos a las cábalas o a los guiños del destino recordando que el flamante DT de Melgar ya ha disputado una final de la Copa Sudamericana con Colón de Santa Fe el año 2019.
Lorenzo le deja la posta a Lavallén. Todos esperamos que esté a la altura de las circunstancias. ¿Cuál es nuestro deseo? Disputar los Cuartos de Final y no detenernos hasta llegar al estadio Mario Alberto Kempes de Córdoba (sede de la gran final). Dicen que soñar no cuesta nada, sin embargo este plantel melgariano nos ilusiona. Es el gran mérito de Néstor Lorenzo: nos hizo competir en serio, ya sea en Arequipa o de visita. Proponer siempre. Mirar siempre el arco rival. El cielo es el límite, dicen. Es cierto. Lo aprendimos todos del profesor Lorenzo. Ojalá algún día vuelva a esta su nueva —y eternamente agradecida— casa. Acá recordaremos siempre que hay que ir paso a paso. Y jamás olvidaremos aquella premisa que se reafirma cada vez que Melgar salta a la cancha: “para emocionar debemos jugar con el corazón”.