TALLER: CUENTO
Por: Katherine Anne Porter
La pequeña cosa que dio origen a uno de mis cuentos fue algo que vi cuando pasé frente a una ventana. Una muchacha que yo conocía me había pedido que fuera a acompañarla porque un hombre iba a visitarla y ella le tenía un poco de miedo. Y cuando atravesé el patio, pasando junto al judas florecido, miré por la ventana y vi a Mary sentada con un libro abierto en su regazo y al hombre grande y gordo sentado junto a ella.
Ahora bien, Mary y yo éramos amigas, norteamericanas las dos y viviendo en aquella situación revolucionaria. Ella enseñaba en una escuela indígena y yo enseñaba baile en una escuela técnica para muchachas en la ciudad de México. Y todo se nos estaba haciendo muy extraño. Yo era más escéptica, y por eso había empezado a ver con escepticismo a muchos de los jefes revolucionarios. Quiero decir que la idea era buena, pero muchos hombres estaban aplicándola mal.
Y cuando miré por la ventana aquella noche, vi algo en el rostro de Mary, algo en su postura, algo en toda la situación que creó una conmoción en mi mente. Porque hasta aquel momento yo no había comprendido realmente que ella no era capaz de cuidarse porque no era capaz de enfrentarse a su propia naturaleza y le tenía miedo a todo.
No sé por qué lo comprendí. No creo en la intuición. Cuando uno tiene chispazos súbitos de percepción, todo lo que sucede es que el cerebro está trabajando más rápidamente que de costumbre. Pero uno ha estado preparándose durante mucho tiempo para lograr la comprensión, y cuando esta llega uno siente que siempre la ha tenido.