Comenzamos con el crédito ambiental
Por: Roy F. Cárdenas Velarde
La semana pasada, por este mismo medio, daba cuenta de la aprobación de una resolución por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas que declara el acceso a un ambiente limpio y saludable un derecho humano universal, y que su adopción coincidía con la celebración de los 201 años de país independiente.
Ese mismo día se conocía una terrible noticia. El 28 de julio se declaró el Día de la Sobrecapacidad. Esto es, ese día la humanidad consumió todo lo que el planeta nos ofrecía para el 2022.
Es decir, a partir de ese día estamos asumiendo una deuda con el planeta, ya que estamos consumiendo más de lo que este tiene para proveernos, poniendo en riesgo la capacidad de los demás para satisfacer sus necesidades, o lo que es peor aún, la de las generaciones futuras.
Pongámoslo en otras palabras, todos los nacidos a partir de esa fecha no nacerán con un pan bajo el brazo, sino con un crédito ambiental, que luego se convertirá en una deuda impagable. Y ello se agrava si tenemos en consideración que cada año el número de habitantes en el planeta aumenta. Es ahora cuando más debemos adoptar medidas para revertir la situación.
Primero, podemos empezar respecto al uso de los espacios para la producción de los bienes que servirán para satisfacer nuestras necesidades; y, segundo, respecto al consumo de los bienes que nos proporciona el planeta.
Cuando hablo del uso de los espacios no me refiero a extender las fronteras agrícolas, sino a realizar un mejor uso de estos, aplicar tecnologías que permitan reducir su huella de carbono en la producción; por ejemplo: invertir la siembra en valles y no en desiertos, que resulta más amigable para el ambiente, o aplicar el riego por goteo tecnificado en lugar del riego por inundación.
Del otro lado de la acera, debemos promover el consumo responsable de los bienes y servicios. También se debe interiorizar, cuando corresponda, el reúso de los bienes. Como diría una de las reglas de Barry Commoner, no existe tenedor libre. Con esto, nos enseña que todos los bienes y servicios que consumimos tienen un costo ambiental.
Como señala Efraín Gonzales en su obra Economía regional y urbana, el espacio importa, el ambiente es un factor que entra en conflicto con la producción y el consumo del espacio. Debemos propiciar un uso responsable de los espacios, y un consumo responsable de los bienes y servicios que provienen de ellos. Y sobre el Día de la Sobrecapacidad, alguna vez mis padres me dieron uno de los mejores consejos para mis finanzas, que considero deberíamos interiorizar cuando hablemos del uso y consumo en términos ambientales: “No es cuánto necesito, sino cuánto tengo para vivir”.