Los padres maravillosos nutren la personalidad de sus hijos
HOY CONOCI EN EL MUNDO GENTE MARAVILLOSA
Por: Juan Manuel Zevallos Rodríguez – Psiquiatra y Magíster en Salud Mental del Niño Adolescente y Familia.
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Muchas veces al recorrer este mundo, he visto muchas cosas que me han llamado la atención y una de ellas es aquella contraposición tan grande que hay entre las sociedades en desarrollo y aquellas que supuestamente han alcanzado un desarrollo mayor.
En las sociedades en proceso de desarrollo he visto hambruna y he visto a los padres sufrir por el hecho de no poder compartir un trozo de pan o un vaso de agua con sus hijos. He visto escasez sin nombre y un gran dolor.
En las sociedades de mayor desarrollo he contemplado dos situaciones tragicómicas. Por un lado, he visto una epidemia de sobrepeso caracterizada por esa incapacidad para controlar la ingesta de alimentos que se encuentra en exceso en esa parte del mundo y por otro lado una incapacidad para alimentarse de todo ese exceso de alimentos en aquellas mujeres jóvenes que desarrollan el mal de la insatisfacción personal primero y que luego nadan en las aguas oscuras de la enfermedad de la dictadura de la belleza inalcanzable.
Los buenos padres buscan darles a sus hijos todo el alimento que estos necesitan para vivir y muchas veces caen en el exceso y dañan, igual o más que los padres que nunca pudieron cumplir su misión de ser padres buenos y así alimentar el cuerpo físico de sus hijos.
Pero los padres maravillosos prometen cada día querer y comprender los enfados de los hijos. Son aquellos que saben que más importante que los alimentos y que una adecuada alimentación física esta la nutrición de nuestra personalidad.
Los padres maravillosos buscan que sus hijos desarrollen una personalidad saludable basada en el trabajo diario de reflexión, optimismo, valoración personal y duda de todo aquel saber que alcanzamos.
Los padres maravillosos del siglo XXI saben que cada hijo es único y maravilloso y que todos los hijos que tuviéramos son iguales y maravillosos a la vez, iguales en el milagro de la vida y distintos en las capacidades que han logrado desarrollar. Saben que si uno tiene varios hijos no se les trata por igual, se les trata de manera distinta en virtud de las capacidades más desarrolladas y menos desarrolladas que cada uno tiene.
Los padres maravillosos saben que no deben desfallecer en sus intentos por ayudar a sus hijos. Saben que ellos nunca podrán cansarse en la loable labor de ser padres y que cada nuevo día es una oportunidad para ayudarles a alcanzar la madurez necesaria para enfrentar este mundo.
Un padre maravilloso enseña paciencia como virtud para la vida en un momento y el mundo que nos envuelve enseña impaciencia contantemente. ¿Quién vencerá en esa lucha desigual? Solo el padre maravilloso que sea parte de la historia de su hijo y que vaya desarrollando progresivamente estrategias de gestión de la emoción.
Los padres maravillosos saben que la personalidad de sus hijos se forma desde los primeros momentos de vida de estos y por ello se esfuerzan desde el inicio del camino para lograr un mejor resultado. En ese proceso no enseñan lo que los hijos deben decir ante un problema en particular, enseñan a criticar y analizar cada problema en particular como si fuera general.
Los padres maravillosos saben que nunca podrán liberar a sus hijos de las aguas turbulentas de la vida, pero les enseñan técnicas de natación basadas en la filtración de estímulos y el arte de dudar de todo aquello que saben para despertar la inteligencia y la creatividad que vive en su ser.
Un padre maravilloso cada noche se sienta frente a su hijo y lo prepara con su dialogo para ser, ya que sabe muy bien que el mundo prepara a los hijos del mundo siempre para tener.
Los padres maravillosos del siglo XXI saben que un padre bueno enseña a su hijo a hacer limpieza de su cuerpo, pero que un padre maravilloso tiene la enorme obligación de enseñarle a su hijo a hacer limpieza del lugar más valioso de su ser: su mente.
Un padre maravilloso le cuenta a su hijo una fábula y reflexiona con él, reflexiona sobre el hecho “que nadie puede lastimarnos en la parte más sensible de nuestro ser si nosotros no queremos que nos lastimen”.
Los padres buenos del mundo enseñaron a sus hijos a evitar comer en demasía para evitar una indigestión alimentaria. Los padres maravillosos enseñan cada día a sus hijos a filtrar la cantidad de información que perciben sus sentidos para evitar una indigestión intelectual.
Un padre maravilloso enseña a su hijo a ser grande en el único lugar donde debiera serlo, dentro de ser y a ser pequeño para servir fuera de su ser.
Un padre maravilloso enseña muchas cosas a sus hijos. Les enseña que la vida está llena de dos tipos de experiencias: las experiencias buenas que nos han dado alegrías y las experiencias que no han sido buenas y que probablemente nos han generado dolor y que son las mejores de todas porque nos dan sabiduría y aprendizaje. Les enseñan a sus hijos que la persona más feliz del mundo es la que tienen más problemas ya que los problemas en realidad son maravillosas oportunidades para desarrollar algo nuevo en nuestro ser.
Los padres maravillosos del siglo XXI generar lideres personales que enfrentan diariamente sus miedos y que re-editan en experiencias de amor. Estos padres maravillosos escriben en letras de paciencia y en frases de dulzura la mente de sus hijos y los hacen vivir días especiales, días en los cuales lo más sencillo de la naturaleza puede ser el regalo más grande de todos los tiempos, en donde una muestra de afecto puede hacer del mundo un mejor lugar donde vivir.
DATO
Los padres maravillosos se alegran por todo lo que sucede y reciclan la basura emocional que se halla en cada capa que logran abrir de su mente. Son aquellos que saben que el ser humano es un acaparador de basura emocional y que la peor basura esta en las capas más profundas y es la que genera más dolor; pero a la vez son aquellos que saben que cuando se recicle todo ellos obtendrán más optimismo y menos tristeza.