EL MAESTRO COLOMBIANO DEL VOLUMEN
Por: Julio Lopera Quintanilla – Centro Cultural Unsa

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Fernando Botero, el pintor más grande del siglo XX, es sin lugar a dudas, él maestro del volumen más grande que jamás haya existido. Su arte de enternecedora belleza está inspirado en los maestros del Renacimiento y del Barroco, pero, se nutre de la imaginería colonial de América Latina. Su manera de pensar ha quedado reflejada en su obra, que es al mismo tiempo una expresión artística moderna y contemporánea. El nivel narrativo de sus magistrales pinturas está señalado como una crítica sarcástica a las sociedades el mundo contemporáneo.

Botero, cuyo destino era ser uno de los más grandes pintores del mundo, nació en la ciudad de Medellín, Antioquia, un 19 de abril de 1932. Su padre fue don David Botero Mejía quien era un esforzado comerciante y su madre doña Flora Angulo de Botero. El padre murió de infarto al miocardio cuando Botero y sus hermanos eran muy niños. Su madre tuvo que dedicarse a hacer labores de costura para poder subsistir.

Desde muy niño, el artista en ciernes, demostró un creciente y enorme interés por las Bellas Artes; pintaba y dibujaba incesantemente y a su temprana edad conversaba siempre sobre el tema con artistas de la ciudad. Inició en 1938 su formación escolar primaria en el Ateneo Antioqueño de Medellín y continúo su formación secundaria en el Colegio de los Jesuitas de ciudad Bolívar.

En 1948, contando con tan solo 16 años, publicó sus ilustraciones primigenias en la revista dominical “El Colombiano”, uno de los diarios más importantes de Medellín. Habiendo terminado sus estudios secundarios en 1950.

En 1951 marchó a Bogotá, lugar donde permaneció hasta 1952, en ese tiempo tuvo lugar su primera exposición individual en la Galería Leo Matiz; aunque lamentablemente en esa ocasión no tuvo mucho éxito. Tiempo después con el propósito de alejarse de Bogotá, poder inspirarse y explorar nuevos caminos en el mundo del arte buscó un lugar que fuera apartado y no tan oneroso como la capital, marcho a Tolú en la costa Caribe para pintar en un lugar que le ofreciera mayor tranquilidad, allí vivió un tiempo en la pensión de Isolina García y pagó su estancia con un hermoso mural: “Frente al mar” el cual logró el Segundo Premio en el IX Concurso Nacional de Artistas.

Poco tiempo después viajó a España, posteriormente a Barcelona y de allí marcho a Madrid para estudiar Arte en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, fueron tiempos muy interesantes porque aprendió mucho en el Museo del Prado, pero también fue una época muy dura en las que tuvo que agenciarse para poder subsistir vendiendo en la puerta del museo copias de las obras de Velázquez y de Goya que el mismo hacía.

En 1953 se trasladó a París para estudiar las obras del Museo del Louvre y ese mismo año marcho a Florencia a estudiar las obras de los grandes maestros del Renacimiento, permaneciendo en la ciudad del Arno hasta 1954. En Ese tiempo visitaba frecuentemente el Museo de los Uffizi donde tuvo la oportunidad de conocer la obra de Paolo Uccello, de Piero della Francesca y de Tiziano.

Fernando Botero, quien iba a ser uno de los más grandes pintores del mundo logró una brillante carrera; cuando ya contaba con un estilo formado después de experimentar consiguió una interpretación diferente del estilo figurativo, una interpretación muy particular, muy suya, esta interpretación ha sido llamada por algunos críticos de arte: “Boterismo”.

Botero vivió en Paris en sus años juveniles. En 1958 estando en Colombia conquistó la Nueva Jornada del Salón de Artistas Colombianos donde obtuvo el Primer Premio del Salón. En esa ocasión presentó “La Camera degli sposi” como un homenaje a Andrea Mantenga que provocó gran polémica. Ese mismo año fue invitado a dictar catedra universitaria en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Colombia.

Botero en los años que siguieron continúo ejecutando una obra plástica personalísima señalada por una volumetría muy exaltada en la que plasmó el sello inconfundible de su marca personal. En 1959 nos regaló: “La Apoteosis de Ramón Hoyos”. A partir de 1960 su obra plástica se caracterizaría por una pincelada cerrada y por figuras y contornos muy bien definidos.

Botero ejecutó atractivas e interesantes series de la Gioconda a modo de homenaje a Leonardo Da Vinci y la serie de Los Niños de Vallecas como homenaje a Diego Velázquez. Hacia 1962 Botero se inclina hacia el Pop Art que predominaba en ese tiempo en Nueva York. Es en esta ciudad donde nacieron varias de sus piezas de estilo figurativo señaladas siempre por colores sutiles y suaves. La pasión de Botero por Rubens se deja notar en sus obras de aquella época.

La obra admirable de Botero, genio de la pintura, es desde el punto de vista técnico absolutamente magistral. Actualmente su obra viene siendo seriamente estudiada, algunos críticos de arte han clasificado su estilo como Naif, otros afirman que su producción pertenece al Neo-figurativísmo y no faltan quienes sostienen que su obra corresponde al Realismo Mágico.

En 1964 nos obsequia con una escena que tiene que ver con la corte papal y el mundo clerical: “El Papa León X”. En 1965 nos regala con una magistral obra de tema religioso: “La Virgen con el Niño”, en ese mismo año el colombiano pinta a uno de su más admirados pintores: “Rubens con su esposa”.

En 1966 Botero pinta el campo y caracteriza una familia: “Picnic en las montañas” y “La familia”. En 1967 ve la luz una de sus obras más emblemáticas: “La familia del presidente”. En 1968 Botero deja volar su imaginación hasta los tiempos de la creación del hombre por Dios, sorprende con: “Adán y Eva”. En 1968 deja volar su imaginación al pasado para encontrarse más allá del tiempo y del espacio con dos de sus más admirados pintores: “Cena con Ingres y Piero Della Francesca”

En 1968, el maestro colombiano del volumen, pinta a la reina de los franceses quien gobernaba Francia antes de la revolución que anunciaría el inicio de los tiempos contemporáneos: “María Antonieta”. En 1969 vuelve a los temas familiares: “Escena familiar”, “Las hermanas”. En 1970 Fernando Botero pinta varias escenas domésticas, varios bodegones: “La cocina”, “La sandia y la naranja”, “Mesa de la cocina”. En 1972 crea obras de gran singularidad: “Delfhine”, “Cardenal” y en 1973 logra escenas muy variadas: “Mujer con flores”, “El cazador”, “La cabeza de Cristo”.

En 1974 Botero pinta escenas que tienen que ver con la vida política y el entorno presidencial como: “El palacio” y “El presidente”. En 1978 pinta de nuevo bodegones y figuras humanas como: “La Naranja”, “Mujer”.

En la década de 1980 Botero también pinta de nuevo obras de temas muy disimiles que tienen sobre todo que ver con el barrio y el prostíbulo como dos obras muy sugerentes que ejecutó en 1983: “El distrito” y “Dancing en Colombia” y también de esta época son varias pinturas que tienen que ver con el mundo de la música, los músicos y con la tauromaquia como: “Hombre con guitarra”, “La cascada”. En 1983 ejecuta “Músico”, en 1984 “Hombre y caballo” y también: “La pica”, ese mismo año el eminente colombiano pinta otra vez escenas que tienen que ver con la tauromaquia, con la música flamenca: “Matador”, “Flamenco”. En 1986 la religión es de nuevo el tema, la tauromaquia y la música nuevamente: “Arcángel”, “Picador”, “Los músicos” En 1987 el mundo del prostíbulo de nuevo: “Los danzarines” y “cuatro mujeres”,

En 1998 recreara las obras de uno de sus pintores favoritos, la obra del genial Piero Della Francesca, Botero nos deja: “Battista Sforza” y “Federico de Montefeltro” y en 1999 el maestro colombiano del volumen pinta el final de un famoso traficante de drogas: “La muerte de Pablo Escobar” Son entre otras obras suyas inigualables e irrepetibles las creaciones de un monstruo, de un coloso del arte.

En el 2008 la Universidad Autónoma de Nuevo León de la ciudad de Monterrey en México confiere a Fernando Botero Angulo el Doctorado Honoris Causa. Ese mismo año en la ciudad de Monterrey se presentó una magnífica exposición de pinturas sobre “Abu Ghraib” unas obras que no tienen parangón en la historia del arte.

EL maestro colombiano del volumen, alcanza en la pintura, una brillante ejecución que se expresa en un incomparable manejo del óleo y del pastel, así como en un inigualable manejo de la acuarela. Botero maneja con un talento sin par las técnicas del dibujo en carboncillo, del lápiz, del bistre, de la sanguina sobre lienzo y papel. }

DATO

La obra de Botero es la obra de un genio que tiene una enorme fuerza expresiva, una sensualidad enorme y una exuberancia sin límites. Hoy Botero es el más grande maestro de la pintura de Colombia y uno de los más grandes maestros de la pintura universal. Hoy está vivo y es un orgullo porque es latinoamericano.

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