DEMOCRACIA: DIÁLOGO, CONFRONTACIÓN Y CONSENSO
Por: Edgard Norberto “Beto” Lajo Paredes
La democracia tiene sus pilares en el diálogo, confrontación y consenso; con el diálogo, los actores políticos exponen sus propuestas de manera clara, previamente estudiadas; con la confrontación, los actores debaten, señalando las bondades y/o detectando las debilidades de las propuestas, debidamente sustentadas; y, con el consenso, se recoge las coincidencias existentes o surgidas en los debates, construyendo y enriqueciendo las mismas; en cuanto a las discrepancias, una vez identificadas, se gestiona su reestudio, para, con fundamento, desestimarlas o replantearlas o postergarlas para otras circunstancias.
Cabe aclarar, si no hay diálogo, no hay democracia, peor, si es de generalidades o exhibición de complejos de adán, eso es mediocridad; si la confrontación es eterna, no hay democracia, si el debate, se deprava en insultos y amenazas, disculpas y abrazos, eso es degradación política; y, si no hay consenso, expresado en propuestas programáticas razonables, no hay democracia, algo importante, no confundir consenso con repartija de puestos públicos en pago de favores ni de presupuestos para embolsillarse, eso es prostitución política, con lo cual se denigra la democracia. Los demócratas de verdad, combaten la mediocridad, degradación y prostitución políticas, irremediablemente, enemigas de la democracia.
El mejor Parlamento fue la Asamblea Constituyente (1978 – 1979), estuvieron los mejores cuadros políticos y técnicos de todas las tendencias ideológicas y matices políticos, se dieron grandes debates entre sus integrantes, discursos (piezas oratóricas) dignas de análisis. Por la derecha destacaron: Luís Bedoya Reyes, Mario Polar Ugarteche, Ernesto Alayza Grundy, Roberto Ramírez del Villar, Celso Sotomarino Chávez, Gabriela Porto Cárdenas de Power, Andrés Aramburú Menchaca, Javier Ortiz de Zevallos y Víctor Freundt Rossell. Por el Aprismo (izquierda democrática), relievamos a: Víctor Raúl Haya de la Torre, Luis Alberto Sánchez, Ramiro Prialé, Andrés Townsend Ezcurra, Carlos Enrique Melgar, Jorge Lozada Stanbury, Luis Heysen Incháustegui, Luis Negreiros Criado, Carlos Roca Cáceres, Javier Valle Riestra, Fernando León de Vivero, Luis Rodríguez Vildósola, Alfonso Ramos Alva, Arnaldo Alvarado Degregori, Carlos Manuel Cox, Francisco Chirinos Soto, Julio Cruzado Zavala, Romualdo Biaggi Rodríguez y Alan García. Por las agrupaciones marxistas, leninistas, stalinistas, maoístas, moscovitas y pekineses (izquierda extrema), descollaron: Genaro Ledezma Izquieta, Hugo Blanco Galdós, Ricardo Napurí Schapiro, Jorge del Prado Chávez, Isidoro Gamarra Ramírez, Leonidas Rodríguez Figueroa, Alberto Ruíz Eldrege, Javier Díaz Canseco Cisneros, Carlos Malpica Silva Santisteban. Por los de posición de centro: Róger Cáceres Velásquez, Héctor Cornejo Chávez. Es importante, señalar: Acción Popular y Partido Comunista del Perú – Patria Roja, no participaron en la Asamblea Constituyente; la primera, por estrategia se abstuvo y dio libertad a sus correligionarios de votar; la segunda, hizo campaña de votar en blanco o viciado, rechazan la “democracia burguesa”; ambos partidos políticos, sí participaron en las elecciones generales de 1980. De estas agrupaciones, sus respetables líderes fueron: Fernando Belaúnde Terry, Javier Alva Orlandini, Manuel Ulloa Elías, Sandro Mariátegui Chiappe; y Rolando Breña Pantoja, Horacio Zevallos Gámez, Alberto Moreno, Ángel Castro Lavarello, respectivamente.
El buen nivel de los congresos se mantuvo, aunque con menor brillo en comparación a la Asamblea Constituyente, en los Parlamentos 1980 – 1985 y 1985 – 1990, existía el sistema bicameral: Cámara de Senadores (de reflexión, van los mejores) y Cámara de Diputados (de representación, van los emergentes políticos).
El peligroso y vergonzoso descenso en calidad política de los parlamentos, empezó en la década de los 90, con el fujimorismo (autogolpe del 05 de abril de 1992), empeorando con la implantación del sistema unicameral: una sola Cámara de congresistas, a partir de 1993 – 1995 a la fecha, dándose la triste realidad: cada congreso elegido es peor que el anterior. Llegándose al actual Congreso de la República 2021 – 2026, impera la mediocridad, es evidente la inexperiencia, reina la inmadurez; los partidos políticos han sido reemplazados por “vientres de alquiler”, las bancadas parlamentarias se han metamorfoseado en “services” de lobbystas; los congresistas terminan su período, como representantes de empresas extranjeras, durante su mandato, se dedican a viajar por turismo, salud y tomar contacto con compañías capitalistas para asociarse y asegurar su futuro post congreso. Urge sanear la política, rescatar el Parlamento, por ende, salvar la democracia.