Partidos y liderazgos negativos
Por: Christian Capuñay Reátegui
En toda organización ya sea pública o privada los líderes desempeñan un papel de conducción. Trazan el rumbo y diseñan estrategias orientadas a conseguir objetivos. En muchos casos, el éxito o el fracaso dependen de su capacidad para guiar con acierto a estos colectivos.
Hablando de organizaciones, es muy difícil que alguna se coloque en posiciones de vanguardia fruto del azar. Lograr metas es el resultado de mucho trabajo y planificación, mientras que rezagarse puede atribuirse a errores de gestión.
Lo normal es que el éxito se recompense y el fracaso se censure. Los líderes que alcanzan logros usualmente asumen posiciones de mayor responsabilidad. No responder a las expectativas, por el contrario, acarrea pérdida de confianza.
Estos principios no se observan en la política peruana, especialmente cuando se analiza la situación de los llamados partidos políticos, hoy tan debilitados y sin arraigo popular que en las recientes elecciones fueron barridos por independientes o movimientos regionales.
Propongo considerar que gran parte de la responsabilidad de tal fracaso recae en los líderes de los partidos políticos y en el tipo de liderazgo que estos ejercen.
Tomemos el ejemplo de Fuerza Popular. En los comicios del 2016, Keiko Fujimori perdió, aunque obtuvo mayoría en el Congreso con 73 representantes, cantidad que le hubiera permitido impulsar todas las reformas que el país requiere; sin embargo, es indiscutible que ella trazó el camino de confrontación con el gobierno que siguieron los congresistas fujimoristas. Cinco años después, no solo volvió a perder, sino que también esa mayoría parlamentaria se diluyó. Finalmente, en los recientes comicios municipales, su partido fue borrado del mapa.
Situación similar se presenta en el caso de Perú Libre. Tal agrupación ganó las elecciones generales del 2021, pero en los comicios municipales y regionales últimos no logró imponerse en ninguna circunscripción electoral.
¿Quién les exige una explicación a quienes encabezan estos partidos y de otros con resultados similares? Quizá uno de los tantos problemas que impiden su consolidación institucional sean los llamados líderes. Conducen a sus agrupaciones a la debacle, pero no asumen ninguna responsabilidad, ni mucho menos alguien desde el interior les pide que rindan cuentas. Si estuvieran interesados en fortalecerse como organización darían un paso al costado para permitir la aparición de figuras más solventes. Por el contrario, se aferran a sus posiciones como si estuvieran exentos de culpa
Se habla mucho de la urgencia de que los partidos se institucionalicen y dejen de ser franquicias con líderes (propietarios para ser más exacto) como uno de los requisitos para que nuestra democracia se afiance. La pregunta que deberíamos hacernos es si es posible tal proceso con este tipo de liderazgos.