El camino a la felicidad comienza por la paz
Por: José Luis Rojas Orrillo – Psicólogo
Este 2022 se conmemora el décimo aniversario del Informe Mundial de la Felicidad, realizado por la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible (SDSN, por sus siglas en inglés) con datos de personas de alrededor de 150 países. Este reporte, en el que Perú se encuentra en el puesto 74°, demuestra que, si bien la pandemia produjo dolor y sufrimiento, también hubo un notable aumento del apoyo social y la benevolencia.
Para alcanzar este objetivo se toman en cuenta seis factores: niveles de PBI, esperanza de vida, generosidad, apoyo social, libertad y corrupción. Según el estudio, Finlandia, Dinamarca y Suecia son los países más felices del mundo, mientras que los de Latinoamérica, Asia y África aparecen en los últimos lugares.
Estos resultados nos llevan a reflexionar sobre la situación de las personas en el mundo, prácticamente de cada 100 habitantes, casi la mitad no es feliz en su país. Ese sentimiento termina convirtiéndose en una necesidad y pone de manifiesto un vacío que las personas buscarán llenar con cualquier cosa.
Algunas tratarán de llenarlo comprando cosas que no necesitan, otras crearán una vida ficticia en redes sociales; otro grupo adquirirá hábitos que luego serán adicciones, como al trabajo, ludopatía, pornografía, la hiperalimentación, o incluso, consumir exceso de alcohol o sustancias psicoactivas. Todo como producto de las malas decisiones dirigidas a llenar ese vacío y en buscar la felicidad.
El dinero y las cosas materiales no compran la felicidad. Sin embargo, es común ver que la mayoría de las personas siguen ese patrón durante su vida. La causa principal de este comportamiento es que en la niñez y adolescencia se esparce mucho la idea de que el dinero y las posesiones son sinónimo de éxito y felicidad.
Nunca nadie nos dijo que la felicidad es un estado mental que se experimenta internamente, y que este sentimiento es consecuencia de nuestros pensamientos y decisiones que gobiernan nuestra mente de manera diaria. Además, tampoco nos dejaron claro que más importante que ser feliz en la vida es estar en paz.
La felicidad se experimenta por medio de emociones que nos acompañan por períodos cortos, mientras que estar en “paz” es un sentimiento duradero y estable, que sí nos permitirá vivir en armonía con nuestro entorno y con uno mismo.
Es clave tener tiempo a solas, hacer las paces con nosotros mismos, aceptar los pensamientos y las emociones negativas, para que pierdan su poder sobre nosotros y logremos liberarnos esa carga que nos brindará paz.
En conclusión, es más importante desarrollar el sentimiento de paz en nuestras vidas que ir desesperadamente en busca de la felicidad.