La justicia tardía
Por: Carlos Meneses

“Así como establece privilegios para quienes tienen recursos para alcanzar lo que es justo y para desanimar a los que creen que pueden encontrar en magistrados lo que buscan para que con ellos no se haga una injusticia.”

Cuando se habla o escribe sobre reformas necesarias para el Perú se cita con frecuencia, como una de nuestras graves imperfecciones en el quehacer público, la lentitud en los procesos judiciales. Por lo anterior, los arequipeños desde hace muchos años, aceptan como cierto que es mejor un mal arreglo que ir a un juicio cuyos resultados verán los nietos de quienes lo inician.

Esto es cierto y los factores que participan para que esto ocurra son diversos, en ello se incluyen en primerísimo lugar la falta de recursos suficientes para sufragar gastos en un mayor número de magistrados y de empelados del Ministerio Público y del Poder Judicial para hacer justicia en todas las causas que deben ver.

También hay necesidad de revisar la forma de aligerar los procesos acudiendo a sistemas más modernos y en cierta forma más eficaces para impedir el tráfico, que ha propósito de lentitud, pueden hacer quienes solo se interesen en que demoren las cosas hasta el día de San Blando, como decía Francisco Mostajo.

Una reforma judicial real tiene que ser ganar en rapidez, en la inversión que en los afanes de justicia tengan que hacer los ciudadanos en los tribunales.

Consta en la revisión de los archivos del Poder Judicial que hay causas que tienen casi un siglo de antigüedad o que han sido abandonados porque los que acudían en demanda de justicia murieron o descuidaron su causa.

Es necesaria una reforma y probablemente traerá más beneficios que la situación que se vive actualmente tanto en Arequipa como fuera de ella.

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