El pintor se alimenta de la transformación del mundo
Por: Alfredo Quenta Mendoza. – (Maestría de Artes, UNSA).
Jaime Mamani Velásquez es uno de los pintores arequipeños cuya obra ha trascendido el espacio regional y se exhibe y vende fuera de nuestras fronteras. Dueño de un mundo propio, sigue a sus obsesiones y sus fantasmas más allá del mundo real. Su bestiario ha inspirado incluso a seguidores arequipeños y limeños fáciles de reconocer. Mamani explora también en la pintura digital sin prejuicios, aunque su fuerte sea el óleo. Lo interrogamos sobre los aspectos sociales y técnicos de su arte.
¿Hay alguna relación entre tu temática y el estado actual del país?
Si, muchísima relación. Sería yo incapaz de pintar sobre un contexto de hace cien o doscientos años atrás. De alguna manera la comunicación contemporánea va influir en mí y a partir de eso voy a generar símbolos que tienen relación con la actualidad, si bien es una relación imaginaria y no una copia de la realidad.
¿Tu propuesta tiene algún sustento teórico o ideológico?
Siempre hay una teoría detrás de lo estamos trabajando, sea consciente o no. Sería un poco difícil trabajar si no tienes un horizonte, una ideología que segui
se es el camino. Pero es el proceso de la pintura misma el que te tala un camino y tú estás siguiéndolo a medida que avanza la obra.
¿Cuál es su espectador ideal?, ¿uno apolítico?, ¿uno crítico?
Como estamos dentro de una sociedad, en realidad se dan los dos casos separados y a veces mezclados; pero hay muchos casos más, hasta religiosos. Un espectador religioso te va a decir porqué pintas así, tus imágenes van en contra de nuestra religión. La diversidad es muchísima, no solo el espectador está en uno de dos sectores: político o apolítico.
¿No cree que el artista debe tener alguna identidad política?
so me suena más a partido político. En la actualidad estamos bombardeados con ese cliché. En el mundo de la pintura el partidismo parece jalado de los pelos, que no concuerda. Si hablamos de arte, creo que la ética debería de manifestarse dentro del ámbito de las artes y no traerla desde fuera, desde convenciones de tipo político o religioso, no me parece muy adecuado.
¿Como contribuye su práctica a la ciudad o a la región?
No sé si mi pintura contribuye en algo. En mi caso me planteo un ejercicio con mi trabajo, intento mostrar a través de mis experimentaciones con los símbolos, con los signos, con las formas que imagino, alguna alternativa al realismo que tal vez de alguna manera contribuya a expandir la idea de la sociedad y las condiciones de lo que todos llaman la “realidad”.
¿Le interesa el futuro de sus obras?
No, no necesariamente. Creo que lo que hago es un mero ejercicio nada más, no tengo alguna pretensión de posteridad.
¿Qué tema está trabajando actualmente?
Ahora estoy un poquito fuera de la pintura clásica y el soporte bidimensional del óleo. Voy a experimentar un poco con la pintura digital. No es que me interese demasiado, simplemente se da el caso por el momento. Para no perder el hilo de la creación, lo que hago es seguir trabajando, haciendo ejercicios dentro de lo digital. Quiero conocer los recursos de los nuevos medios expresivos. Esa parte me atrae muchísimo hoy.
¿Significa que la temática que vienes trabajando ya hace mucho tiempo ha cambiado en este momento?
Si, mucho. De repente tiene todavía los vicios de los primeros trabajos pero ahora veo un poco más de limpieza. Tal vez sea demasiado pensado, no quiero que tampoco mi obra peque de eso. Se trata de un proceso de exploración y maduración durante todos estos años que de repente no se visualice en una exposición; pero yo sigo aventurado en ese proceso. Si bien el soporte ya es otro, entonces, lo que trato es que dentro de lo digital no se pierda el hilo conductor de mi creación personal. Por eso también sigo practicando lo que hacía en la pintura clásica.
¿Tu punto de vista es ahora más agudo, más crítico que el anterior?
Claro, se alimenta constantemente de la innovación del mundo. Incluso cambia a través de esta época, el cambio es tan rápido en el mundo de hoy que dentro de dos años muchas cosas, personas, situaciones, proyectos, ideales van a ser un poco diferentes. Entonces siempre voy afinando un poco, tratando de pensar más a partir de la semiótica contemporánea. Imagino entonces que uno se va dando cuenta de que esos objetos e ideas que utilizabas antes no tienen coherencia con el entorno de ahora. Eso va madurando dentro de uno con el tiempo, pero el destino final no lo puedes ver.
¿En la región hay algún referente u otros artistas en este campo, hay alguno que te interese específicamente?
Durante la pandemia me he dado la libertad de explorar en internet. Hay muchísimos pintores en el mundo que en realidad no se conocen por acá y son magníficos artistas. La mayoría son autodidactas y tienen ese ideal de una pintura bien pensada, bien construida. Eso ayuda muchísimo a que nos alimentemos de nuevas imágenes y de nuevos modos de ver al arte.
Todos tienen alguna referencia. Cuando empezamos nosotros por ejemplo los primeros años de universidad vamos con referentes, yo creo que la mayoría empieza de esa manera pero a medida que uno va trabajando ya busca su yo interior, un soporte propio. Y eso se va manifestando durante los años. Creo que siempre empezamos con referentes, lo cual no significa pintar como pinta el que nos gusta: eso es un poco difícil. Yo no soy el Bosco, ni siquiera el andino. El Bosco es inimitable.
¿Qué planes tiene Jaime Mamani para propuestas concretas?
Ya tengo bastante material digital. Lo que me falta ahora es llevarlo a un soporte más clásico, al oleo sobre tela. Supongo que en las próximas semanas o a comienzos del próximo año se van a manifestar en una exposición que espero sorprenda a alguien.