CAMINO A LA INVIABILIDAD: La violencia reciente y su impacto económico
Por: Manuel Bedregal Salas

Es muy duro aceptar que tu país puede ser inviable, es decir, incapaz de crecer económicamente, desarrollarse y otorgar bienestar a sus ciudadanos. La práctica nos dice que hay tres factores claves que condicionan el crecimiento económico: Primero, contar con recursos naturales y de infraestructura suficientes; segundo: Poseer buenas instituciones (públicas, privadas y de la sociedad civil) así como una organización político y social equilibrada y, tercero, Implementar adecuadas políticas económicas. Nuestro país destaca en ésta última, por la implementación de adecuadas políticas económicas -sobre todo en materia monetaria y disciplina fiscal, que mantienen controlada la inflación pero, la calidad y gestión del gasto público es deficiente ya que se ejecuta escasamente algo más del 50% del presupuesto de inversión y existe cuantiosa obra estatal paralizada. En cuanto al segundo factor de calidad institucional y organización, estamos en los últimos lugares según el Ranking de Competitividad Mundial. Al respecto, es clara la existencia de leyes y normas inadecuadas, sociedad civil poco participativa, altos niveles de corrupción, escasez de competencia profesional, predominio de la informalidad laboral y empresarial, exceso de partidos políticos -denominados vientres de alquiler- y aguda polarización social, entre otros problemas. Veamos ahora, el factor relacionado a los recursos -naturales, humanos y de infraestructura que podrían inclinar la balanza hacia el crecimiento y desarrollo del país. Nuestra agricultura en la sierra es 60% a secano con minifundios de subsistencia. En la costa tenemos un clima adecuado, pero el agua debe traerse desde muy lejos con altos costos de inversión y serios riesgos de conflictos sociales. A esto se suma el deficiente manejo técnico y legal de los pocos proyectos de irrigación costeros. En turismo, tenemos una gran riqueza histórica pero no somos destino preferido. Nos situamos a la cola en América junto con Ecuador Bolivia y Uruguay con 4.5 millones de turistas al año, la décima parte de lo que recibe México, por ejemplo. Nuestra industria más sólida es la vinculada a la minería y agroindustria y algo en el sector textil. En otros sectores como el forestal, pesca de consumo y explotación de nuestra biodiversidad, podemos avanzar, pero su impacto en la economía sería a largo plazo y la infraestructura básica – en la que somos penúltimos en la región- no ayuda. ¿Y el talento peruano? Tenemos emprendedores, pero nuestro índice de cierre de empresas es muy alto -octavos a nivel mundial- es decir, las nuevas empresas peruanas en su mayoría no crecen, más bien cierran antes de los dos años. Las razones son varias: Falta de capacidad gerencial, de fondos específicos para financiar inversiones nuevas, uso de tecnología obsoleta y alta regulación estatal, entre otras. Yendo más atrás en la formación del talento, tenemos uno de los peores resultados en las pruebas internacionales escolares de suficiencia. En el nivel superior, nuestras universidades no figuran en ningún ranking de méritos, tenemos relativamente pocas patentes registradas y la investigación y desarrollo en el país es incipiente. Entonces, ¿qué tenemos?: Recursos mineros en abundancia. Nuestro país debe -y puede- crecer sobre la base de la minería como sector productivo. La cartera de proyectos actual supera los 53,000 millones de dólares. De ahí vendrán los empleos directos e indirectos para nuestros jóvenes, al hacerse cargo de todo lo que se genera: Industria metalmecánica, provisión de insumos, productos y servicios de diversos sectores como: Construcción, transporte, mantenimiento, alimentación, confecciones y servicios varios como puertos y otros. Sin minería no habrá suficiente empleo decente y seguiremos viendo a nuestros jóvenes en labores de “recurseo” e informalidad. En algunos casos serán ganados por ideas trasnochadas que encuentran terreno fértil en su desilusión, y en otros por desgracia, se unirán a bandas de delincuentes. Los estamos viendo hoy empuñando armas de todo tipo persuadidos de que así conseguirían “algo”. Por eso, nos afecta mucho el vandalismo de estos días, que aprovecha una protesta legítima de una población harta de ineficacia, engaños y corrupción. Nos cuesta mucho el cierre de las carreteras, puertos, aeropuertos y atractivos turísticos, cercenando las posibilidades de comercio e intercambio de productos y servicios, así como perder, en incendios provocados, importante infraestructura social y productiva que genera servicios, empleo y divisas. Es también grande el daño a la imagen del país en el mundo, no solo por los turistas que no llegan sino también por los contratos de exportación que nos vemos imposibilitados de cumplir. Tenemos que explotar responsablemente lo que la naturaleza nos dio -la tecnología minera actual, felizmente, permite una minería menos contaminante-, mejorar significativamente la educación, reactivar los proyectos de irrigación, edificar infraestructura a cargo de una gerencia pública eficiente en alianza con el sector privado y sobre todo, construir la nación peruana, única, unida y sin rencores. Así florecerá una economía integrada y sólida. Todo lo que perturbe este camino afecta la viabilidad del país. Hoy tenemos solo el esfuerzo de la política económica -aunque parcial, como vimos- que es insuficiente. Los otros dos factores de desarrollo nos juegan en contra. Si no actuamos de inmediato, seremos pronto, casi irremediablemente, un país inviable.

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