UNA FECHA PARA RECORDAR
Por: Javier Del Río Alba – Arzobispo de Arequipa

El 2 de febrero de 1985, el Papa Juan Pablo II visitó Arequipa. Una fecha digna de recordar, porque ha sido la única vez que un Papa ha visitado nuestra ciudad y, además, se trata de un Papa santo. La fecha elegida para la visita no pudo ser mejor: el 2 de febrero, día en que la Iglesia celebra la fiesta de la Presentación del Niño Jesús en el Templo de Jerusalén. Es la fiesta de la luz, que en Arequipa conocemos con el nombre de la Candelaria, en referencia a la imagen de la Virgen María que lleva en sus manos una vela o candela. El Papa celebró la Eucaristía en el terreno en el que hoy se ubica el estadio de la Universidad Nacional de San Agustín. En ella coronó a la imagen de nuestra Mamita de Chapi y beatificó a Sor Ana de los Ángeles. La asistencia fue multitudinaria.

En su homilía, san Juan Pablo II recordó que Jesucristo es la luz de los hombres, que ha venido a este mundo para iluminar a los que viven en tinieblas y para guiar nuestros pasos por el camino de la paz. Jesús, dijo el Papa, lleva la luz de la revelación divina a los corazones de los hombres. Gracias a Él conocemos a Dios y podemos participar en la vida eterna. En Jesús está nuestra salvación. Gracias a Él somos engendrados por Dios y hechos hijos suyos. Quien conoce a Jesús conoce a Dios, porque conoce el Amor; y la experiencia personal del amor de Dios, que nos es dada a través del Espíritu Santo, nos capacita para amar también nosotros a Dios y al prójimo. Con ello, nuestra vida queda transformada y comenzamos a gustar, aunque todavía no en plenitud pero sí de modo real, las primicias de esa felicidad eterna para la que Dios nos ha creado. El que ama permanece en Dios y Dios en él. Esta es la experiencia de miles de millones de cristianos que han existido a lo largo de los siglos, y fue también la experiencia de la beata Sor Ana de los Ángeles, la monja arequipeña que vivió en el monasterio de Santa Catalina y se destacó por su vida de oración y por su caridad para con todos.

En cuanto a la coronación pontificia de nuestra Mamita de Chapi, el Papa santo dijo que la hacía para sellar el vínculo que existe entre Arequipa y la Virgen María. No en vano la fundación española de nuestra ciudad se realizó un 15 de agosto, día en que la Iglesia celebra la Asunción de la Virgen María a los Cielos, y la devoción mariana ha sido siempre uno de los elementos característicos de nuestra identidad arequipeña. Al coronar a la venerada imagen, Juan Pablo II pidió a la Virgen que no deje de llevar a Jesús a todos los que confiamos en ella.

Han transcurrido 38 años desde entonces y María sigue cumpliendo con el encargo que le hizo el Papa. Gracias a Dios, a la Virgen y a la intercesión de nuestra beata Ana de los Ángeles Monteagudo, cada año miles de arequipeños, incluidos muchísimos jóvenes, reciben a Jesús en sus vidas y experimentan lo bueno que es el Señor y lo dichoso que es quien se acoge a Él. Pido al Señor que, al conmemorarse la efeméride de la visita de san Juan Pablo II a nuestra ciudad, nos conceda las gracias que necesitamos para abrir nuestros corazones a Jesús y dejar que Él nos colme de su amor. Es lo mejor que nos puede suceder.

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