El Ño Carnavalón aún vive en Arequipa con la música y alegría de antaño
Por: Danna Felipe Venegas

“Cháncame, cháncame… Cháncame los huevos, hasta que reviente: Agua colorada”. Una tradición llena de color, música, disfraces, risas y mucha agua es sin dudas el entierro del Ño Carnavalón en su retorno este 2023. Siempre protagonizado por los Mojigangos del único distrito que mantiene viva la auténtica festividad: Sachaca.

Como todo en la vida, la referida copla carnavalesca tiene una historia detrás, pero para sorpresa de muchos está cargada de inocencia, en aquellos años, no había globos ni pistolas de agua, por lo que estos misteriosos personajes vaciaban el contenido de los huevos e introducían agua teñida con el jugo de las granadas. “Las letras de las pintorescas canciones vienen de nuestras vivencias; por ejemplo: Cantemos, bailemos. Sobre una granada. Hasta que reviente. Agua colorada” canta el especialista en costumbres y tradiciones de Arequipa, Arturo García Salazar.

Ante la ausencia de pistolas lanza aguas, reciclaban las hojalatas que hallaban cerca a los ferrocarriles, modelandolas al igual que una cantarilla y luego, soldándolas con cautín y estaño para transportar así el agua. También usaban las tripas de la vaca y los estómagos de las ovejas o chivos. La historia arequipeña narra cómo es un carnaval de antaño, en el que los Mojigangos bailando, cantando y, sobre todo, mojando y lanzando polvos de colores a quien se encontrara en su camino.

Hace varios años, todos los distritos de la ciudad tenían su entrada, y entierro del Ño Carnavalón. La primera se realizaba un domingo antes del Miércoles de Ceniza. Una de las más numerosas bajaba de lo que hoy es el distrito de Miraflores hacia la plaza de Armas, donde inauguraban al ritmo de la comparsa esta celebración; sin embargo, hoy está muerta.

La segunda festividad, El Entierro, sigue viva, pero solo en Sachaca, donde cada primer día de Cuaresma, los Mojigangos ingresan a las picanterías junto a “los guitarreros”, quienes cantan coplas inventadas en ese instante, mientras los coloridos danzantes lanzan mistura, polvos de colores y serpentina a todos los comensales para posteriormente, beber algo invitado por la casa.

García Salazar explica que son varios los personajes que integran a este singular grupo; por ejemplo, el diablo, quien con su zurriaga impone el orden durante el recorrido, la viuda que siempre lleva una “carterota” con polvos y anteriormente, al menos 2 piedras para defenderse, entre otros. Asimismo, otros destacados de esta festividad son: el muñeco del tamaño de un hombre adulto, vestido con un mameluco y relleno de granza (lo que queda luego de cernir el maíz molido), el burro que lo carga y un testamento de 4 a 5 hojas, el cual deja herencias a las personas que hicieron algo gracioso.

Este año participarán todos los miembros de la asociación de Mojigangos de Sachaca (80), quienes regresan luego de tres años de virtualidad, debido a la pandemia de la COVID-19, y por lo menos 6 “guitarreros”; ellos pasarán el domingo 26 de febrero, a partir del mediodía, por la plaza de Sachaca, las picanterías: La Lucila, Laurita Cau Cau y La Cau Cau, y Huaranguillo.

Terminando en el mirador del distrito, donde leerán el testamento y quemarán al muñeco. “Ello significaba la muerte del carnaval, al apagarse fuego, ya nadie podía jugar con agua y si lo hacía era llamado “cuaresmero”, lo que, en ese entonces, era ofensivo para la persona”, finalizó Arturo García.

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