Los príncipes también pelean a gritos
Por: María Marín
“Cuando el río suena es porque piedras trae” y al parecer son varios los ruidos que apuntan a que la unión de los príncipes de Gales dejó de ser “color de rosa» y está encaminada a una triste ruptura. Y es que más allá de los rumores de infidelidad por parte del príncipe William, nuevas revelaciones de cómo éste y su esposa Kate Middleton discuten acaloradamente dentro del palacio, revelan una crisis matrimonial.
Gritos, insultos y hasta tirarse con objetos son algunas de las acciones que alegadamente pasan entre las terribles peleas de quienes parecían ser el matrimonio perfecto de la realeza británica.
Tener rabia y gritar es una reacción normal del ser humano, pero cuando se torna en la forma constante de tratar los desacuerdos en casa, es la señal más clara de maltrato emocional. De ser cierta dicha violencia verbal entre quienes serían los futuros reyes de Inglaterra, me atrevo a decir que el hecho de que la prensa británica publicara que el príncipe William celebró San Valentín con la ex modelo Rose Hanbury, quizás es lo que Kate necesitaba para reconocer o comprobar que su matrimonio está en crisis, o totalmente destruido.
¿Cómo reconocer la violencia verbal?
Fíjate en cada palabra: Cualquier frase que te menosprecie, critique negativamente o haga sentirte culpable de todo es una clara agresión emocional. Además, ponle mucha atención a las amenazas, que por lo general son el preámbulo al maltrato físico. Amenazar o manipular emocionalmente evita que la persona afectada actúe, permaneciendo en una relación enfermiza.
Evalúa y toma decisiones: La manera más común para cegarse y no reconocer a un abusador emocional es justificar sus gritos con excusas como que sus insultos se deben a que está estresado con el trabajo o cualquier otra situación. Tan pronto notes que tu pareja suba el tono de voz, niégate a continuar la discusión y jamás te pongas a gritar más alto. Tu silencio será tu mejor arma…Conversa con tu pareja y busquen ayuda profesional.
Jamás te culpes por vivir entre gritos, más bien échate la culpa si no haces nada por escapar de los insultos que no mereces… Abre bien los ojos, los oídos y “escucha el río”.