El LUM y el contexto político
Por: Christian Capuñay Reátegui
No tomar en cuenta el contexto político en el cual se dispuso el cierre del Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión social (LUM) es pretender mirar solo una cara de la moneda. Es evidente que la medida dispuesta por la Municipalidad de Miraflores se enmarca en la campaña de presión constante que soporta este espacio desde incluso antes de comenzar a funcionar y que tiene entre sus principales animadores a los sectores que no toleran una mirada distinta a los sucesos del conflicto armado interno que desgració nuestro país entre 1980 y el 2000.
Entrevistado en un canal de televisión de cable, un representante del municipio en mención no solamente no pudo justificar la clausura del LUM, sino que, además, reveló que hay otros espacios de reunión que carecen del Certificado de Inspección de Seguridad en Edificaciones, como la Huaca Pucllana, pero que no han sido objeto de una medida de cierre.
Adicionalmente, un portal de noticias difundió la información respecto a que más de 50 museos administrados por el Ministerio de Cultura, a diciembre del 2021, carecían del mencionado certificado.
Por consiguiente, si la mayoría de establecimientos tienen problemas con la documentación, ¿acaso no sería apropiado tomar la misma medida sancionadora que la que afectó al LUM?
Es evidente que esto no sucede porque el cierre del LUM responde a las acciones orientadas a hostilizar este espacio, con el agravante de que ahora se hace desde el poder político ejercido por un municipio cuya autoridad milita en un partido de extrema derecha, sector que se caracteriza por su animadversión hacia todo discurso sobre la violencia política que ponga los reflectores sobre los abusos cometidos por los agentes del Estado en ese proceso.
Cabe recordar que el LUM es un espacio de reflexión en el que se plantea un diálogo orientado a buscar respuestas sobre lo que ocurrió en el Perú, con el noble propósito de evitar que un periodo con esas características vuelva a presentarse en algún momento de nuestra historia.
Esa es su principal función; no obstante, debido al contexto político en que nos encontramos, en el cual la derecha política va conquistando cada vez más espacios institucionales, quizá la labor del LUM sea también convertirse en un espacio de preservación de la memoria y de resistencia ante todos los intentos de determinados sectores políticos por tergiversar la verdad de los hechos e imponer una “verdad” funcional a los intereses de quienes niegan la responsabilidad de las fuerzas de seguridad del Estado en el derramamiento de sangre que padeció el país entre 1980 y el 2000.