Sobre la “Ley 4 patas”
Por: Christian Capuñay Reátegui
Vivo frente a un parque y a toda hora veo personas paseando con sus mascotas, perros, en su mayoría, y unos cuántos gatos asustadizos. También he tenido la suerte de toparme con un gallo, un conejo y un cerdo acompañando orgullosos a sus humanos. Los buenos cuidados que reciben estos animales son evidentes. Algunos canes visten ropa especial y otros portan zapatos para no ensuciar sus patas. Podría pensarse que en esta zona no hay animales abandonados, pero no es verdad. Cada cierto tiempo, gatos recién nacidos arrojados a la calle rompen el silencio de la noche con maullidos lastimeros y basta caminar un poco para ver a un perro o un gato deambulando en búsqueda de comida o refugio. El panorama es más sombrío en las zonas periféricas de la ciudad.
Los animales sienten y la legislación en muchos países lo reconoce. Por ello, cualquier forma de maltrato se castiga con severidad. En el Perú podríamos encarcelar a todos los irresponsables con sus mascotas, pero no servirá de mucho para resolver los problemas de fondo. Uno de ellos, tal vez el más importante, es la falta de una política pública de esterilización que evite el nacimiento de camadas cuyo destino será la calle.
La “Ley 4 Patas”, aprobada en el 2021, es un intento por evitar el sufrimiento al que están condenados muchos animales sin hogar. La norma propone la esterilización de perros y gatos como componente de la política nacional de salud pública, dado que la presencia de estos seres en las calles sin ningún tipo de control puede ser un foco de transmisión de enfermedades hacia los seres humanos. Entre otras disposiciones, encarga al Ministerio de Salud (Minsa) desarrollar mecanismos para incluir la esterilización en los programas presupuestales para controlar males zoonóticos, como la rabia.
No obstante, han pasado dos años y aún no se aprueba el reglamento, por lo que la ley no entra en vigor. Asimismo, organizaciones vinculadas a la defensa de los animales advirtieron que su objetivo quedaría desvirtuado al establecer que solo podrían esterilizarse animales registrados en las municipalidades, lo cual excluiría a los callejeros o abandonados. Al respecto, un comunicado del Minsa subrayó que están articulando para que las esterilizaciones se brinden sin exclusiones ni condicionamientos.
La aclaración es positiva, pero no hay justificación para demorar tanto un reglamento. Se entiende que el Ejecutivo tenga prioridades, más aún en la actual coyuntura, pero la política de salud pública debe ser integral y abarcar a todos los mecanismos que abonen la salud de las personas, incluyendo la esterilización animal.
Seamos más empáticos con seres indefensos cuyo bienestar depende enteramente de nosotros.
Dedico estas líneas a la gata Quilla, quien dejó la calle para acompañarme en épocas difíciles; y a Tomás, el perro “Cholo-nauzer” más engreído y de apetito legendario. Con sus ocurrencias y aventuras, ambos alegran mi hogar.