De la Reconstrucción con Cambios a los cambios que necesita la reconstrucción
Por Luis M. Iglesias – El Montonero
Mientras las carreteras, viviendas y colegios del norte del país prácticamente se desmoronan como resultado de las lluvias producidas por El Niño costero, en Lima el Ejecutivo aprobó el proyecto de cambiar la ineficiente Autoridad para la Reconstrucción con Cambios (ARCC) por la Autoridad Nacional para la Infraestructura. Se insiste en un enfoque cortoplacista cuya ineficacia se ha demostrado en múltiples oportunidades (véase Forsur, Arcc, etc.), con consecuencias terribles para la población. En síntesis, será lo mismo, pero con otro nombre, Reconstrucción por Infraestructura, y así nos veremos en unos meses con el nuevo Niño costero incontenible, mirándonos las caras, constatando el error y cambiando otra vez de nombre.
En el Perú todos construyen con el dinero público, solo el sector Vivienda tiene siete programas de construcción (Nuestras Ciudades, Saneamiento Urbano, Saneamiento Rural, Vivienda Rural, Mejoramiento de Barrios, etc.) además de otros programas Mi Vivienda, Techo Propio, etc. para no hablar de las 50 empresas de agua y saneamiento que todas, sin excepción, también construyen. Transportes y sus Provías, que a falta del Provías Nacional también tiene Provías Descentralizado, Educación con su Pronied, Salud con su Pronis, y así cada sector construye. Construyen también los 25 gobiernos regionales y los casi 1 900 gobiernos locales, donde, para muestra un botón, una municipalidad construye, además de calles y parques, colegios, comisarías o alcantarillados. Esta desordenada situación da como resultado, en la mayoría de los casos, una infraestructura nacional de pésima calidad e inadecuada para enfrentar fenómenos climáticos recurrentes.
Como bien ha recordado recientemente Nelson Shack, contralor general de la República, la ARCC fue creada para reconstruir los daños causados por el Fenómeno de El Niño de 2017, con un fondo de S/ 25 000 millones, monto superior al de muchos ministerios, a fin de ejecutar 12 000 obras en tres años; han pasado seis años y ya sabemos los resultados. Al 2020 apenas se había ejecutado el 35%, debido a la escasa capacidad de ejecución de los Ministerios, Gobiernos Regionales y Locales a cargo de las obras. Luego se adoptó un esquema de gobierno a gobierno, ampliando, además, su período de intervención, donde los niveles de avance siguen siendo bajos, llegando solo al 69.13%, debido a que más de 1 800 obras se encuentran paralizadas por diversos problemas. Aun así, el fondo inicial de S/ 25 000 millones aumentó a S/ 50 833 millones, de los cuales S/ 26 970 millones siguen concentrados en acciones solo de reconstrucción, sin tener en cuenta los riesgos permanentes y el impacto de un nuevo Niño Costero. Para la ARCC o Infraestructura se trata de reparar el daño, no de prevenir, menos de incrementar las capacidades de desarrollo del país.
Es esta visión de corto plazo, más allá de otras deficiencias que se pueden detallar en materia de corrupción, obras paralizadas o el demostrado exceso de personal, lo que lleva a un cuestionamiento profundo de la ARCC y otras iniciativas similares, como la de una Autoridad Nacional para la Infraestructura. Esta iniciativa tendría también un horizonte cortoplacista, buscando culminar con lo ofrecido en el 2017, así como cubrir las necesidades de reconstrucción que se vienen generando con la presencia de El Niño Costero Global, cuyas consecuencias aún no podemos medir del todo. Nuevamente sin la prospectiva adecuada para evitar futuros desastres.
Como se viene planteando desde la Contraloría y otras voces expertas, lo que nuestro país necesita es un marco institucional desde una perspectiva a mediano y largo plazo para adaptarnos y mitigar el fuerte impacto del cambio climático en el Perú, considerado el tercer país más vulnerable a este fenómeno y cuyos efectos no solo se traducirán en un aumento de lluvias sino en otros desastres ambientales con daños irreparables, frente a lo cual es poco lo que se viene haciendo desde el Estado.
En conclusión, no se puede pretender obtener resultados distintos haciendo lo mismo. Debemos dejar de lado la mirada cortoplacista centrada únicamente en la reconstrucción, en la solución de problemas pasados, para adoptar una mirada integral y estratégica, en la que predomine la construcción responsable de una infraestructura nacional. Solo así podremos incrementar la capacidad de desarrollo del país, enfrentando las inclemencias que vendrán siempre, centralizando las obras públicas en un solo ente o ministerio, altamente técnico, especializado, debidamente controlado, que integre y ordene el desorden actual. Ya es hora de que el ciudadano de a pie vea que esas inmensas cantidades de dinero de inversión pública lo benefician en su calidad de vida y dan pronto resultado, no que le construyan el camino cuando ya no puede caminar o un camino que con la primera lluvia se destruya. Más que reconstrucción con cambios, son los cambios que necesita el nuevo concepto de reconstrucción.