Perú integral
Por Cecilia Bákula – El Montonero
Recientemente la Asociación Ushnu convocó a un equipo diverso de profesionales a disertar, exponer y reflexionar sobre un tema siempre vigente: “La dialéctica entre la costa y la sierra” como parte de la visión del Perú integral.
Vale mencionar que la Asociación Ushnu, tal cual ellos se definen, “es un centro de pensamiento (think tank) independiente dedicada al análisis coyuntural, la formación política y la difusión académica desde el peruanismo integral. Esta perspectiva permite entender al Perú como una comunidad política esencialmente hispano-andina con importantes aportes adicionales por parte de otros núcleos culturales”.
Desde esa perspectiva, organizaron el evento que comento, que tuvo lugar en el salón principal de la municipalidad de Lima y al que tuvieron la gentileza de invitarme como expositora, compartiendo ese privilegio con personalidades cuyo compromiso y cara visión del destino de este país es digno de difundir.
La cabeza de la Asociación Ushnu, integrada en su mayoría por jóvenes, está bajo la atenta y dinámica dirección de Walter Arauco que con una ilusión inagotable por el país organizó el evento que comento. Participaron Rafael Aita, a quien todos conocemos como el “Capitán Perú”, cuya labor en el mundo digital se inició con una voluntad férrea de lograr exhibir ante la juventud contemporánea los tesoros de nuestro patrimonio cultural y poner en las imágenes que él difundía, en “sello del Perú” con la finalidad de captar interés, motivación y respeto. Hoy en día, Rafael está abocado a hacernos ver aquella parte hermosa y potente de nuestra historia que se nos ha arrebatado pues demuestra con solvencia documental que la denominada conquista fue más bien la unión de reinos y que los emperadores de España, reconocieron la dignidad y majestad de los descendientes de Atahualpa, caído por traición, conducta que no ha sido novedad en ningún momento de la historia. Su libro “Los incas hispanos” abunda en pruebas documentales e iconográficas.
Del mismo modo, Pamela Cabala de Vega, socióloga de profesión y docente de la Universidad Católica San Pablo de Arequipa, presenta un análisis del todo novedoso respecto a la comprensión del concepto de mestizaje y pueblos originarios, demostrando que en la práctica, no existe en el país ningún grupo que pueda denominarse ni puro ni plenamente originario en tanto todos y cada uno, en lo colectivo e individual, sustentan su esencia, características y manera de ser en patrones mixtos, tanto ancestrales como aprendidos de las tradiciones y culturas occidentales europeas. En ese sentido, ella dio respuesta a la pregunta que formuló en su exposición: ¿Será posible la unidad en medio de la diversidad cultural peruana? Y la respuesta es evidente: si es posible desde el punto de vista cultural; hay un agente externo de politización que busca hacer imposible lo que a todas luces es indispensable.
Un expositor de gran experiencia fue Juan Antonio Lan, historiador, investigador y joven experto en comunicaciones digitales; conduce el espacio “El reportero de la historia” y desde allí abarca diversos sentires y saberes y se acerca a seguidores a los que “atrapa” con temas de gran interés. Su exposición titulada “La sierra central y sus vínculos con las costa” nos hizo comprender como en ningún momento, en el caso de Junín, al que se refirió de manera puntual, se ha dado una “cerrazón serrana” y que más bien ha habido siempre un flujo humano entre la costa y la sierra motivada por la necesidad de mano de obra estacional y que es necesario desterrar los mitos de antagonismo y que no es que la costa haya dominado sino que, por el contrario, en el caso de Junín, es la zona central la que dominó poderosamente a la capital y a la zona de la costa central en lo económico, lo industrial y lo laboral.
En lo que a mí respecta, tuve el privilegio de exponer un tema que, por ser recurrente no deja de ser actual: “Peruanidad: identidad, unidad y pertenencia” y es que tengo la certeza, de ánimo y experiencia, que en la coyuntura actual de profunda polarización política, de severa confusión en gran medida inducida, orientada y gozosamente trabajada por quienes desean, frotándose las manos, que el Perú no tenga éxito como Nación, solo la unidad de criterios profundos de identidad, podrán rescatar la esencia del Perú.
No se trata de que todos seamos iguales; no se quiere eso ni sería conveniente que así fuera. Nuestra riqueza está en la diversidad y ello implica respeto en el conocimiento y en el ser del otro. Nunca hemos sido una unicidad ni racial, ni de costumbres, ni de lenguas pero en esa variedad es que nos reconocemos todos. Hoy, ese sentimiento que podemos denominar como Peruanidad, parece adormecido, porque los medios de comunicación, se esmeran en hacernos ver lo negativo, lo que desune, lo que separa, lo que destruye y no obstante tiene que ser reivindicado como postura y asumido como una urgencia. En el Perú, nadie sobra; uno no es mejor que otro, ni mayor ni menor, ni grande ni pequeño; todos y cada uno somos los nutrientes y elementos indispensables e integrantes de esta gran Nación en la que cada ciudadano, cada milímetro de territorio, cada gota de agua, cada letra escrita, cada nota cantada o bailada es fundamental para entendernos y hoy, por habernos dejado llevar en la suave y perniciosa hamaca de la posmodernidad, de los valores fatuos que nos adormece, nos vemos muchas veces enfrentados como que si no nos conociéramos, como si fuéramos de bandos distintos.
Cada uno y en cada uno de nosotros, también en los que nos precedieron, vive y vivió la síntesis de nuestra cultura mestiza, de nuestra peruanidad y que siga vibrando con fuerza imperecedera solo depende de nosotros, de que les mostremos a los enemigos del Perú –que los tenemos dentro y muy cerca– lo grande que es este país, haciéndoles ver que no nos dejaremos apabullar por quienes buscan desunirnos, por los que desean el fracaso del Perú.
Entender el concepto de Peruanidad como tener un eje de acción y reacción que puede lograr encauzar hasta nuestras frustraciones y ser la palanca para entender el futuro con esperanza. La peruanidad es más que una emoción, más que una entelequia, es una necesidad y ha de ser un objetivo común. En 200 años no hemos aprendido a amarnos, a reconocer nuestro valor y este es el momento pues ahora se nos quiere hacer ver como unos pigmeos ante nosotros mismos, cuando solo por ser peruanos, somos ya unos gigantes.
Aún en un mundo como en el que nos toca vivir, siempre hay esperanza. Cada día amanece de nuevo y que el Perú despierte gracias a nuestra esperanza, depende de cada uno. ¡Que no nos gane el decaimiento ni la desesperanza, que no nos invada la carencia de espíritu ni la falta de ánimo! Solo en esa rica, extraña y única Peruanidad, realidad tuya y mía, realidad creada en los Andes, en la Amazonía y en el mar, encontraremos sentido a la lucha radical por defender y construir nuestro futuro.