El callejón sin salida de la no reelección
Por: Juan Sheput – El Montonero
El cortoplacismo es una señal de inmadurez, tan notoria como lo puede ser la incapacidad de poder ver la consecuencia de nuestras acciones. En el 2019, cuando Martín Vizcarra, empecinado junto a un grupo de devotos izquierdistas la emprendió contra el Parlamento, fue incapaz de ver el tremendo daño que le haría a la democracia peruana. Sobre ambos, Vizcarra y la izquierda, recaerá el veredicto histórico que se defina sobre esa época. Impulsaron un Sí-Sí-Sí-No que aprobaba la conformación de la Junta Nacional de Justicia, la financiación de partidos políticos, la no reelección de parlamentarios y desaprobaba el retorno a la Constitucionalidad. El solo hecho de impulsar mediante un referéndum medidas complejas demuestran el carácter emocional de quienes lo impulsaron. Hoy están cuestionadas la conformación de la JNJ, el propio financiamiento de partidos políticos y sufrimos las consecuencias de la No Reelección de congresistas.
Cuando vemos el comportamiento del actual Congreso, vemos como ha sido capturado por una serie de intereses que han destrozado la institucionalidad, facilitado por la inexperiencia política de sus integrantes alimentada por la imposibilidad de la reelección. Capturado por una serie de poderes fácticos (cuestión que vengo señalando hace dos años), el Parlamento se ha vuelto funcional a quien ejerza mayor presión sobre él, desde empresarios mercantilistas hasta la delincuencia organizada. Esta última, reconocido poder fáctico, tendría en decenas de congresistas a insignes representantes que han perdido todo tipo de escrúpulo y a quienes no les importa la palabra legitimidad. El Congreso puede tener cero por ciento de aceptación, eso no les afectará.
Si piensa que hablar de deterioro moral es exagerado piense en la siguiente situación protagonizada por el congresista Diego Bazán, de Avanza País. Invitado por el Partido Comunista Chino, el señor Bazán renunció sin dudarlo a la Comisión investigadora de las empresas chinas. Su partido se hizo de la vista gorda y no lo cuestionó. Dio prioridad a un viaje a China en lugar de investigar la gigantesca corrupción de las empresas de ese país. Como si en el país nadie supiera de ética señaló que viajar no lo hacía cómplice. Los intereses del Perú le importaron un comino. Lo que habría sido un escándalo en cualquier país aquí se asumió con normalidad. Es parte del deterioro moral que atravesamos. Los intereses de la China, que ha hecho de la Ruta de la Seda una sumatoria de complicidades, ganaron.
¿Cuánto puede resistir un país en franco deterioro moral? La razón moral, despreciada en los tiempos actuales, es vital para la sostenibilidad de la patria. La inmadurez de nuestras élites, cortoplacistas, cree que apoyando a la presidenta Dina Boluarte hasta el 2026 el país puede soportar. Están muy equivocados. Un país en manos de personas sin escrúpulos puede tener desde consecuencias inimaginables hasta predecibles. Lo inimaginable lo dejamos a su criterio. Dentro de lo predecible el futurible de la convocatoria a una Asamblea Constituyente y un gobierno de izquierda es el escenario más viable. Y ese resultado será responsabilidad de quienes hoy no ven más allá de sus narices y se niegan a apoyar la iniciativa de una renuncia de la presidenta Boluarte para forzar así un constitucional adelanto de elecciones.