“Fortuna”, Hernán Díaz, Editorial Anagrama, 2023.

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El dinero es algo que parece algún tipo de esencia divina que puede encarnarse en cualquier manifestación concreta (y quizá en algo más). El dinero es una ficción que se levanta como una viga estructural de todas las civilizaciones, pero que en el caso del sistema capitalista parece ser un ente con vida propia.  “El dinero no hace la felicidad, pero ayuda”, predican los venerados sabios de cantina. El dinero se agita en el centro mismo de nuestras ansiosas existencias.

Y en torno al irresistible deseo de edificar una fortuna surgieron primero los comerciantes, luego brotaron los industriales y en la fase final fueron engendrados los financistas, esa raza de seres que no producen nada en particular, y que su trabajo consiste en intervenir en el oleaje de algo que solo existe si nos ponemos de acuerdo para suponer que existe. Los músculos de los financistas están activados por la codicia, y su meta última es la acumulación de capital, ese superpoder que hace girar al planeta azul.

“Fortuna”, la nueva novela del argentino Hernán Díaz (Pulitzer 2023), tiene como tema central la vida de un sujeto que gozó de todos los privilegios menos uno: jamás pudo alzarse heroicamente desde la resinosa zona de la pobreza. Este individuo, cósmicamente solitario y obscenamente rico, tenía una filosofía reveladora: La prosperidad de una nación se basa en una simple multitud de intereses propios que se alinean hasta acercarse a eso que se conoce como el bien común. Si se consigue que los suficientes individuos egoístas converjan y actúen en la misma dirección, el resultado se parecerá mucho a una voluntad colectiva o a una causa común. 

La novela de Hernán Díaz tiene la virtud de no solo explorar un tema poderoso y extremadamente pertinente, sino que además está estructurada con una astuta trama de puntos de vista diversos (que inevitablemente colisionan entre sí), y personajes con una capacidad mental que podría ubicarlos en el elenco bizarro de Marvel Entertainment. A causa de esta historia, diseñada en cuatro diferentes estilos narrativos, el autor consigue imponerse sobre el lector que, solo mediante física coerción, logra despegarse del libro.

Pero si bien la vida y el despliegue de los superpoderes de un magnate, su extraña relación amorosa, su venganza, sus triunfos y tragedias, su desprecio por el factor humano y los inevitables daños colaterales puede resultar algo fascinante para los que nunca hemos gozado ni siquiera del privilegio de alzarnos prodigiosamente desde alguna resinosa pobreza, hay por ahí otro asunto quizá más inquietante. ¿Existe algún símil entre todos los magos de la ficción, entre todos esos demiurgos que digitan la fantasía? Y es que resulta un poco alarmante notar que cualquiera de estos podría firmar el siguiente ideario: Mi trabajo consiste en tener razón. Siempre. Si alguna vez me equivoco, debo usar todos mis medios y recursos para torcer la realidad y alinearla con mi equivocación para que deje de ser una equivocación.

(Tomado del blog “Crónica del instante”).

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