Un homenaje con mensaje de futuro
Por Cecilia Bákula – El Montonero
A veces los actos simbólicos expresan sentires y realidades que debemos ver e interpretar con mayor agudeza, máxime cuando se trata de acciones y reacciones que involucran sentimientos y pasiones políticas. Estimo que así se vivió recientemente y con ocasión de recordarse el onomástico del dos veces presidente de la República, doctor Alan García Pérez, cuando se procedió a develar un busto en el local del Partido Aprista Peruano, ceremonia a la que asistí por un sentido de no poca gratitud a la memoria de quien, como lo he mencionado en más de una oportunidad, me honró con su confianza y amistad, y dio al Perú muestras de ser capaz de llevar a nuestro país a niveles de éxito y crecimiento que aún hoy en día sostienen nuestro presente.
Pero quiero destacar acá no solo el hecho central de la ceremonia, sino también algunos detalles que me parecen importantes. Y debo iniciar refiriendo las palabras de ánimo, esperanza y de un mañana luminoso que siempre tiene Carla García. Ella es, sin duda, una oradora que se ha ido cuajando en el camino; y que no obstante las condiciones muchas veces adversas, y no poco preñadas de emoción y tristeza, logra imponer un sentimiento de futuro, de alegría y de esperanza que es lo que se empieza a sentir al interior del propio Partido del Pueblo. Y más allá de lo que podrían ser los límites del local de Alfonso Ugarte, resulta que ese repudio injusto que pareciera haber envuelto hace unos años a la figura del propio García hoy, cuando ese rechazo cual bumerán ha rebotado contra los acusadores, revierte en aprobación a la figura del Presidente quien hoy puede, aún ausente exhibir, miles de obras, del gobernante que se fundía con las masas, del orador cuya voz extrañamos, del líder que envolvía con su sonrisa, del joven que significaba continuidad y futuro posible.
No es que la tristeza por su ausencia haya desaparecido, es que la grandeza de su esencia, de su figura, sobre todo ante la mezquindad de los enemigos, crece y crece y como se habrá dicho en más de una oportunidad, es como el poder de la sombra cuando cae la tarde. Y esa aprobación, asociada a su ausencia, se convierte en añoranza, necesidad, recuerdo y es un caudal que los apristas tendrán que saber utilizar como un valiosísimo patrimonio político que va más allá de los propios partidarios porque Alan es ya, una heredad nacional y corresponderá, como una sagrada obligación, mantener su recuerdo en esos altísimos niveles. Así se demostró en esa ceremonia en la que por su puesto estaba su familia directa, pero que congregó y contó también con la presencia de políticos de distintas canteras, amigos y no solo correligionarios, colaboradores de diferentes esferas y personas que, quizá, en otras circunstancias y momentos, no habrían estado en el local de Alfonso Ugarte. Y es que a aún sin estar, García convoca y ahora, ante la carencia de liderazgo y de ausencia total de partidos políticos, la “estrella” se alza luminosa y se convierte en la luz que puede brillar, si es que quienes la sostienen, no equivocan el camino ni pretenden imitar a quien no es imitable.
Ardua tarea tiene la dirigencia partidaria que, para estar a la altura de los nuevos retos, tendrá que entender que no es suficiente la reinscripción; nuevos rostros, nuevos liderazgos, nuevas ideas que se sustenten en la tradición de 100 años son indispensables hoy. Adicionalmente, es indispensable atender a una nueva generación que pide modernidad en las formas, celeridad en las comunicaciones y, sin renunciar a las fuentes primigenias, adaptación a la velocidad de los nuevos tiempos y preocupación por la formación de los jóvenes, que ha sido siempre una bandera irrenunciable y distintiva del APRA. Renovarse hoy y pronto es garantizar el futuro sin desconocer los principios fundacionales ni la voz sabia del fundador.
Y, volviendo a la escultura que se develó, comprendí que el pueblo aprista necesitaba tenerlo en casa, en la Casa del Pueblo y que ese busto de bronce, imponente, sólido, es una manera de perpetuar una imagen física como se hace en el mundo entero con la imagen de los grandes. Colocado en un lugar especialísimo; simbólicamente único, Alan “conversa” con Víctor Raúl; se miran y se entienden; reciben a los compañeros pero comparten entre ellos un nivel jerárquico estratégico, que se comprende cuando se entiende el simbolismo de los gestos que va más allá del lenguaje mismo.
Este busto, realizado por el artista Humberto Hoyos es, además, el resultado de un trabajo de organización y esfuerzo colectivo de muchas personas lideradas por la tenaz y activa Zoila Bocángel quien asumió la responsabilidad de llevar a cabo esta tarea. Como bien se dijo en esa oportunidad, Zoila fue capaz de sobreponerse a todo, al dolor más grande que le tocó vivir, por lealtad al compañero, por respeto y admiración al Presidente García y por cumplir el anhelo de una multitud de miles de apristas y miles de ciudadanos que tienen el dolor aún reflejado en el rostro y guardan una herida en el alma y que sienten la urgencia de rendir homenaje, la necesidad de expresar gratitud y mantener el recuerdo vivo de quien les recuperó la dignidad y llevó a su partido a la máxima dignidad de gobierno.
Alan vive en el corazón de su gente; es allí en donde es auténticamente libre, en el amor puro de quienes desean custodiar su memoria con respeto y cariño absoluto y con la confianza de que su ejemplo político iluminará a las siguientes generaciones.