UN LIBRO – Peruanidad: vigencia de Víctor Andrés Belaunde
Por Cecilia Bákula – El Montonero
Cuando en 1943, Víctor Andrés Belaunde publicó la primera edición de su libro Peruanidad, no pudo, por supuesto imaginar que 80 años después, cuando tanta agua ha corrido bajo los puentes de nuestra historia patria, el pensamiento contenido en dicha publicación, pudiera y debiera ser entendido como una referencia presente y actual.
Belaunde fue integrante de la llamada “Generación del 900” que junto con José de la Riva Agüero y los hermanos Francisco y Ventura García Calderón, buscaban entender analizar y comprender los males que causaban la pesadumbre que vivía el país en ese momento, para enfrentarlos con no poco idealismo y gran vitalidad en los campos de la historia y la literatura. Vale recordar que ellos eran la generación que vivía las consecuencias de la fatídica Guerra del Pacífico y creían ser capaces de encontrar el arraigamiento profundo del Perú para hacer surgir la identidad nacional y construir el futuro, gestando una visión común del porvenir.
Muchas de esas aspiraciones se cruzan con los avatares de la política nacional que obligó a algunos de ellos, como fue el caso de Belaunde al voluntario exilio por razones principistas. Quizá fue esa decisión de alejarse del país lo que a lo largo de los años ha llevado, erróneamente, a que se busque encasillar el pensamiento de Víctor Andrés Belaunde Diez Canseco como si la suya fuera una propuesta trasnochada, siendo ese juicio del todo equivocado. Su pensamiento era el de un humanista culto, que entendía la necesidad de desarrollar la idea, válida aún y quizá ahora tanto como entonces, de tender puentes entre el pasado y el presente. Él quería que se comprendiera y se expresara con claridad, difundiéndolo a todos los vientos, que la identidad es ese sentimiento de pertenencia, es decir, lo que él entendió como peruanidad, lo que podría permitir a los peruanos, comprenderse mutuamente, sin que primen nimias diferencias como el color de la piel, la región de origen u otros rasgos; ese mensaje es válido y actual y por ello, el tema de la peruanidad es de indispensable reflexión y difusión en el Perú de hoy.
La peruanidad implica el reconocernos aun en las diferencias y sabernos unidos en el destino común, en una historia que seguimos construyendo, en un destino y en un futuro que queremos sea mejor, en un pasado que queremos honrar, en un territorio que sabemos nuestro, en una tradición que de muchas maneras nos enorgullece y, así, en muchos y diversos aspectos, reconocemos que son siempre más los elementos que nos unen que los que nos separan o dividen.
El pensamiento de Belaunde fue sin duda innovador y adelantado en su perspectiva; para él la peruanidad es un proceso permanente, vivo y por lo tanto, aún hoy en día, sigue en construcción y en ello participan todos los ciudadanos pues se va estructurando con el pasado y en el presente que son elementos cambiantes que se enriquecen permanentemente. No dudo, ni mucho menos resto valor al pensamiento de José Carlos Mariátegui, expresado en su “7 Ensayos de Interpretación de la Realidad Nacional” de 1928. Pero se trata de propuestas diferentes; visiones del Perú desde perspectivas distintas; una ve el Perú como una situación que se analiza y entiende como concluida y la otra, como una posibilidad y esperanza y en esta última es en la que se ubica el concepto de peruanidad de Belaunde, que eleva su voz para afianzar la necesidad de la unidad más no la uniformidad y en ese concepto, será que se atreve a gritar en las aulas de San Marcos su famoso “¡queremos patria!”, frase que hoy sería igualmente necesaria de ser proclamada y oída en muchos rincones del país pues pareciera que ideologías ajenas y extraños modernismos quisieran hacer sucumbir y erradicar a esa esencia de peruanidad.
Podemos afirmar que en su obra escrita y, mejor dicho, a lo largo de toda su vida, Víctor Andrés Belaunde Diez Canseco, arequipeño pero nacido, simbólicamente en todos los rincones del país, porque amó cada rincón como si fuera su propio terruño, tuvo siempre una honda y amorosa preocupación por el Perú, pero no con una visión de angustia apocalíptica, sino con una perspectiva de serena responsabilidad hacia el futuro.
Ya en 1914, cuando publica “La Crisis Presente”, refiere, concretamente, que ese país moderno que se había prefigurado en “El Perú Contemporáneo” de Francisco García Calderón, integrante de su misma generación, la “Generación del 900” había caído por los suelos por la desgracia de la crisis moral, la crisis política y la crisis económica y, no obstante esa realidad, Belaunde señala: “ss tiempo de ocuparnos de este grande y amado enfermo que se llama el Perú” y eleva su voz con una esperanza que no desmaya, haciéndonos ver que el futuro no puede ser solo un eco de repetición de los errores del pasado en el tiempo presente.
Hoy, que vivimos las secuelas de una crisis de gobernabilidad y de debilidad del sistema político, que vemos también la fragilidad de nuestra propia esencia como Nación, es casi un imperativo leer y rescatar el pensamiento de Víctor Andrés, recordando que, entre otros asuntos, él hizo notar que era indispensable la condición de absoluta honradez en los ciudadanos, como valor claro y en todos los ámbitos del quehacer individual y social como punto de partida para rescatar al Perú. La honradez se refiere no solo al no robar; se refiere al cumplimiento estricto del deber.
Reconstruir el país ahora, y vaya que lo necesita… no es solo un asunto material ni de infraestructura; es una labor apremiante que debe, por supuesto y de manera prioritaria, involucrar el alma y el espíritu de cada peruano; dotarlos de valores, de identidad y llenarlos en abundancia de la esencia de la auténtica Peruanidad, porque hoy, al igual que hace unos 100 años, podemos gritar: “¡Queremos patria!”.