El problema del multiculturalismo francés
Por Aldo Llanos – El Montonero
En estos momentos París está literalmente en llamas y la violencia de los manifestantes pareciera no tener límites al punto de haber entrado al zoológico de esa ciudad y abierto varias jaulas. ¿La razón? La injustificable muerte de Nahel, un joven de 17 años a manos de un policía de tránsito, quién había detenido el auto deportivo que el joven conducía ilegalmente, disparando cuando este trató de huir (arrancando intempestivamente), como se ve en las imágenes de video. Nahel era de orígenes norteafricanos.
Como era de esperarse, diversos colectivos y sindicatos de vena socialista se han movilizado en París y otras ciudades, atizando el furor de las protestas y aprovechando para poner en carpeta sus propias demandas políticas. Intentan poner en jaque el gobierno del presidente Macrón, en un claro oportunismo político. Sin embargo, ¿por qué estos no salieron con esa furia cuando dos musulmanes degollaron dentro de su propia parroquia al padre Jacques Hamel en el 2016; cuando el director de cine Theo Van Gogh fue asesinado a tiros por un migrante marroquí sólo por hacer un documental sobre la activista de D.D.H.H. somalí Ayaan Hirsi Ali; o cuando un adolescente checheno decapitó al profesor Samuel Paty por mostrar unas viñetas de Mahoma el 2020?
La izquierda “caviar” francesa tiene buena parte de responsabilidad por haber sido la caja de resonancia para el antagonismo entre nativos e hijos de inmigrantes. Allí está la veta explotada indecentemente por los propulsores de las teorías decoloniales, la teoría crítica de la raza y por los guerreros contra las injusticias epistémicas. Lejos de la integración y la cultura de paz que el republicanismo francés dice haber logrado.
Estamos viendo el problema del multiculturalismo francés, en donde a la par de aceptar al migrante, van renegando de la propia cultura de origen (eminentemente cristiana) por su sesgo laicista. Sobre esta difícil relación, entre la cultura cristiana francesa y el sector secularista surgido en la revolución de 1789, se puede leer en mis entregas anteriores.
No obstante, este multiculturalismo, pareciera ser en el fondo la coartada perfecta para obtener mano de obra barata y la mercantilización absoluta de la vida, donde personas desarraigadas (Ver el impactante documental “Los franceses son los otros”), pueden ser despojadas de todo y encima sentirse «libres y realizados» por su capacidad de consumo mientras las élites económicas obtienen mayores beneficios. Esta es la cosecha del liberalismo y su consecuente progresismo cultural, donde a la liberalización económica le sucede inmediatamente la liberalización de las costumbres con el único fin de hacer naufragar las tradiciones, que son las que verdaderamente dan el sentido de pertenencia a las personas y trocarlas por la identidad que te vende (e impone) el mercado.