Brechas educativas pospandemia

Por: Rubén Quiroz Ávila

Además del impacto doloroso en la humanidad, la reciente etapa pandémica también fue una oportunidad para repensar varios procesos a los cuales estábamos acostumbrados. Entre ellos, la dimensión educativa.

En los países en que la tecnología es una forma de resolver problemas, las acciones frente al caos generado por la sorpresiva y terrible pandemia, y ante la inédita problemática educativa, combinó sus avances tecnológicos con sus estrategias nacionales.

En el caso peruano, con un todavía desordenado sistema educativo, que tiene inmensas brechas en infraestructura y horizontes teóricos poco definidos y consensuados, en vez de convertirse en una oportunidad de mejora, se acentuaron más bien las brechas

A nivel escolar hubo un desorden generalizado al que algunas instituciones excepcionalmente pudieron reaccionar con prontitud e incluso con eficacia; sin embargo, la mayoría de las organizaciones educativas tantearon más por ensayo y error algunos escenarios factibles ante ese desarreglo.

Algunas encontraron en las clases virtuales una posibilidad para mantener el flujo de enseñanza-aprendizaje, encontrando de esa manera un escenario temporal para rediseñar sus estrategias pedagógicas. Lo que al inicio parecía ser una solución entusiasta pero coyuntural, algunas organizaciones educativas la concibieron más bien como una nueva estrategia y la convirtieron en su política educativa permanente. Entonces modificaron sus modelos organizacionales para adaptarlos a una pauta que podría tener efectos aparentemente beneficiosos.

Sin embargo, los hechos han ido demostrando que todos esos años en que no hubo presencialidad en la educación, el Perú fue uno de los pocos países en el mundo que alargó innecesariamente el regreso a las aulas y esa irresponsabilidad nos está costando cara, agudizando los abismos educacionales en nuestra población. Toda una generación de estudiantes ha sido formada exclusivamente con tanteos y experimentaciones virtuales.

Los más afectados han sido los niños por el retroceso y el detenimiento forzado del aprendizaje, por ser exclusivamente virtual durante todos esos años, ha significado que las poblaciones con menores recursos para acceder a resolver esto de manera inmediata ya están en una profunda desventaja, que los coloca en una situación aún más vulnerable que en la etapa prepandémica.

Y poco se está haciendo para resolver ello. Los grupos sociales con mayor margen de acceder a recursos para resolverlo ya se están acercando a cerrar esas brechas, pero la gran mayoría y sin estrategia nacional visible e implementada, tienen ya notorios problemas de aprendizaje. Si teníamos déficits históricos a todo nivel, la pospandemia sigue demostrando que ello, además de permanecer, lamentablemente se ha profundizado.

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