Creaciones de un arequipeño se leyeron en todo el mundo
Por Carlos Meneses

Pintor nacido en Miraflores fue conocido como un genio con las “Frases para la Histeria”

ESPECIALES DE AREQUIPA

Antes que Mario Vargas Llosa se hiciera famoso en el mundo y casi en todos los idiomas fueran leídas las obras del nobel de Literatura del 2010. El pintor y genial talento artístico de Marcelo Martínez Gómez fue conocido en el siglo XX, hasta el 2015 año en que murió en su casa de Miraflores, con su sección Frases para la Histeria que en Arequipa lograron publicar los diarios Correo, Arequipa al Día y, finalmente, El Pueblo. Pero antes habían sido, también leídas, en Última Hora de Lima, en Expreso.

Martínez también incursionó como titulero del alegre diario del mediodía Última Hora que lideraba Guillermo Cortez.

Frases para la Histeria se tradujo a 7 idiomas.

Marcelo era hijo de un gran retratista; Víctor Martínez Málaga a quien, en el colegio de la Independencia, donde era maestro, conocían como “el coliza”, al parecer por la forma de su rostro.

Su hijo Marcelo cobró presencia cuando Dora Varona, esposa del escritor Ciro Alegría, le escribió una carta en la que elogió la calidad de su arte como caricaturista.

Marcelo Martínez amó la música, estudió piano en la Escuela Regional de Arequipa, tocaba canciones clásicas y populares, gustaba de usar gorra y muchas veces lucía abrigo casi hasta los pies, pues acostumbraba madrugar.

Su éxito más notable fue cuando logró que sus Frases para la Histeria fueran publicadas a nivel mundial en 7 idiomas en la popular revista de Selecciones del Reader’s Digest, también creó obras de teatro y un monólogo dramático que fue estrenado 2 años después de su muerte.

Marcelo era periodista, humorista, poeta, pintor; gustaba hacer caricaturas de sus amigos. Fuimos amigos muy cordiales.

Él acostumbraba decir que era una lechuza que vivía de día, mientras el autor de esta nota era una lechuza que, realmente, de noche dormía.

No se negó nunca a trabajar en los diarios que yo dirigí y estuvimos juntos durante casi 40 años, hasta que un día resbaló, cayó sentado y se quejaba de dolores de cabeza con una Frase para la Histeria: “Me caí de culo, pero lo que me dolía era la cabeza”.

Marcelo Martínez vivía en una casa de Miraflores donde tenía un piano al que acostumbraba tocar, prefería estar allí que en un local, que por años tuvo para enseñar y dialogar con sus amigos y colegas, en la calle San Juan de Dios

Guillermo Cortez Núñez, quien fue director de Última Hora lo contrató como titulero y de él fue una portada para informar a la gente que teníamos un nuevo presidente con un titular que decía: “Alan y buen viento”.

Dice que un humorista de las letras debe sentirse contento cuando lo que escribe le provoca risa al leerlo. En el diario Expreso creó para el suplemento dominical un personaje al que llamó “el sordo Tapia” que fue el origen de sus Frases para la Histeria.

Unos días antes de morir, Marcelo, en su taller de Miraflores, escribió sus crónicas para el diario El Pueblo, las corrigió, rio con ellas, pero en la tarde del mismo día comenzó a sentirse mal. Debieron llevarlo al hospital donde los médicos lo sometieron a diálisis y el arrancaban los tubos que lo mantenían con vida, fue necesario aplicarle sedantes. Así que en un jueves murió después de hacer broma y media con todo el mundo.

Una vez lo acompañé a la Peña Taurina de Arequipa y nos detuvieron en la puerta, pues para ingresar era requisito fundamental tener corbata puesta y él no la tenía, entonces se quitó los cordones de un zapato y se hizo un elegante, pero extraño nudo. Cuando ingresó con él y alguien le preguntó cómo había hecho para eludir la corbata y ponerse en su lugar los cordones; contestó que sólo lo había hecho por joder.

Frecuentaba una sanguchería que había y hay hasta ahora en la tercera cuadra de la calle Mercaderes y le gustaba provocarle risa al chinito propietario, después de consumir un sánguche de chancho o de salchicha y de beber.

Alguna vez le reclamaron que escribiera las Histerias, mientras comía y el contestó: “he venido a descansar y no a trabajar, carajo”.

Una mañana decidió hacerme una caricatura y yo la llevé a mi esposa para que la apreciara en sus bondades.  Ella comentó que no me parecía a lo que Marcelo había hecho y sin dudarlo se lo dije.

Entonces me respondió, muy serio. “Dile a tu esposa que yo no soy fotógrafo y si quiere una pintura de ti, se vaya al parque Duhamel para que te tomen una foto. Yo te veo así, te aprecio y quiero por las arrugas que tienes en el rostro, los gestos, tu sonrisa, el color de tus ojos, interpreto tu cara, ese soy yo. Si te quiere igualito, respóndele con una fotografía”. Después de eso ya no quiso volver a mi casa.

Era bromista como nadie, pero, también, cultivaba la puntualidad a tal extremo que cuando murió no quiso que se pusiera una hora para el entierro, sino la que les diera la gana a los cargadores de su ataúd.

Trabajaba con lápiz y con carboncillo e ilustró muchas carátulas de los primeros ejemplares de la revista Texao que comenzó a editar el muy querido y recordado Guillermo Carpio Muñoz.

En esas hojas pintó a Francisco Mostajo, colocando la cabeza de Mostajo sobre una barricada y al fondo la Catedral y el Misti. Cuando Carpio Muñoz se quejó de una disminución en la venta de los fascículos, le propuso cambiar el blanco y negro de las portadas por el color.

FRASES PARA LA HISTERIA

  • La cama es una tabla de multiplicar.
  • El cordón umbilical es ombligatorio.
  • El hombre nace limpio, la sociedad lo corrompe.
  • En el fútbol el que mete la mano mete la pata.
  • Para torcer las leyes hay que estudiar Derecho.
  • El periodismo es una enfermedad crónica.
  • El farmacéutico cobra con la botica abierta.
  • Hay quienes pasan del biberón al bebe ron.
  • El torero es un instrumento de cuernos.
  • El amor es punto y cama.
  • Cuando uno orina hace mea culpa.
  • La calvicie es un pecado frontal.

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