“La casa amarilla”, Giovanni Barletti, segunda edición 2017, Hijos de la lluvia.
Por Willard Díaz
Con este pequeño libro (91 páginas) Giovanni Barletti no solo ganó un Concurso Internacional promovido en Bolivia, sino los encomios de Carlos Yusimito y Pedro Novoa. El primero afirma que el autor “ha escrito un hermoso libro que es, en realidad, un caleidoscopio de memoria, estampas sueltas que se afianzan bajo la voluntad del lector tras el único deseo que las imanta, es decir, el de ser atrapados a través de las imágenes”. Novoa, por su parte, dejó dicho que “La casa amarilla es una introspección hacia los años idos, hacia el primer descubrimiento del amor sin la malicia adulta, sin la contaminación del presente. El asombro, el ejercicio amical, la relación con los padres, el progresivo aprendizaje de la escritura y de la vida en general está narrado bajo la complicidad biográfica y el recurso poético. El resultado es un gran viaje de la memoria a ese lugar imposible y perfecto así no lo haya sido que es la infancia y la adolescencia”.
El libro reúne catorce relatos de los que, en efecto, algunos parecen más estampas, visiones breves atravesadas por un hilo expresivo que es cierta sensibilidad ante la luz de los años y el efecto de los cambios; y otros se adecuan a la estructura del cuento moderno, en el que la intriga es menos importante que el ambiente o la sugerencia. Algunos son de narrador omnisciente limitado, otros de narrador protagonista; en varios el monólogo interior o el soliloquio expresan más de lo que sucede, todos tratan de adecuar la voz y el tono al momento, y logran en conjunto una verosimilitud intimista poco usual en su generación de escritores surperuanos. Si se juntan las piezas resulta una historia de aprendizaje, con un personaje multifacético y varias subintrigas que dispersan el universo narrado. Así, la metáfora central, la casa amarilla, la luz eléctrica en la noche, la visión limitada e insegura dan cuenta de una consciencia que se orienta hacia el lirismo en medio de la mediocridad decadente de la provincia. En eso consiste la riqueza del libro, en sortear las apariencias y los hechos en los que engolosina la verborrea literaria regional y buscar un sentido aunque sea incierto y provisional para un personaje que por ello se hace memorable.