La caridad, centro de la doctrina social
P. Luis Andrés Carpio Sardón

DE LA IGLESIA

“La caridad es la vía maestra de la doctrina social de la Iglesia. Todas las responsabilidades y compromisos trazados por esta doctrina provienen de la caridad”, dice el Papa Benedicto XVI en su Encíclica Caritas in Veritate,  2.

Como siempre, con muy pocas palabras, el Papa Benedicto nos dice muchas verdades.

La doctrina social de la Iglesia, como todo el mensaje de Jesucristo, parte de la convicción de que lo único que puede cambiar y mejorar el mundo es el cambio y la mejora de nuestros  propios corazones: “amarás a tu prójimo como a ti mismo”, ha dicho el Señor.

Cambiando nuestro corazón cambiaría y mejoraría también nuestro modo de relacionarnos  entre nosotros.

El amor es querer el bien del otro, sea quien sea. Y, precisamente por eso, es capaz de hacer que uno pase a poner todos los medios a su alcance para que ese bien querido, sea una realidad en el ser querido.

Por eso, el mejor ejemplo del amor es el amor de una madre. Este fin de semana compartí viaje con una señora que todo lo que hizo mientras esperamos, viajamos y desembarcamos fue buscar el bien de su hijita de un año de edad, y lo logró. ¡Cuánto aprendí de  esa mamá!

Así, por el camino del amor, buscando hacer realidad el bien de las personas amadas, poco a poco se irá haciendo realidad el bien de todos: así se construye el bien común. “Se ama al prójimo tanto más eficazmente, cuanto más se trabaja por un bien común que responda también a sus necesidades reales”, dice también el Papa Benedicto XVI (Caritas in Veritate, 7).

La historia nos demuestra que es el amor el que es capaz de hacer que las personas nos involucremos en construir la justicia y la paz. “No hay caminos para la paz; la paz es el camino”, dijo Mahatma Gandhi.

Solemos pensar que los problemas de nuestra sociedad se solucionarían mejorando a la Policía Nacional, al Ministerio Público y al Poder Judicial; con la idea de que si administraran justicia pronta y valiente, la sociedad cambiaría.

No cabe duda de que habría mucha mejoría en la sociedad con respecto a lo que vivimos ahora; pero muy pronto nos daríamos cuenta de que esa justicia perfecta sería insuficiente. Ninguno de nosotros nos sentimos bien con que sólo se respeten nuestros derechos. Necesitamos cariño.

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