¿Bancada peruana de Putin? Parlamentarios que viajaron sin permiso a Rusia
Por Luis Gonzales Posada – El Montonero

La semana de representación –una vez al mes– cumple el propósito de que los legisladores viajen a las regiones para dialogar con la población, recibir iniciativas y abordar temas importantes de sus circunscripciones. Para hacerlo les pagan una generosa remuneración, facilitan oficinas con secretarias, asistentes y asesores, dos agentes de seguridad de la PNP, pasaporte diplomático y un seguro de salud privado.

Sin embargo, en esta oportunidad catorce veleidosos parlamentarios de diversas bancadas decidieron realizar la semana de representación en Moscú, a 12 636 kilómetros de Lima, sin contar con autorización de la Mesa Directiva ni cumplir la cortesía de informar a nuestra Cancillería. Los viajeros saben que Rusia ha invadido Ucrania, cometiendo repudiables actos de genocidio, bombardeando viviendas, hospitales, escuelas y mercados.

También saben que sus generosos anfitriones bloquearon el transporte de granos y alimentos por el Mar Negro, provocando hambruna en muchas regiones, especialmente en el África; que cortaron  el suministro de gas a Europa para que sus habitantes sufran las inclemencias de temperaturas varios grados bajo cero; que contrataron sicarios profesionales – el Grupo Wagner – para asesinar despiadadamente a militares y civiles ucranianos, entre ellos mujeres,  ancianos y niños, a quienes después arrojaban en fosas comunes con la manos enmarrocadas.

Los catorce congresistas deben estar informados, asimismo, que sus gentiles oferentes amenazan reiteradamente a la humanidad con lanzar bombas atómicas a quienes se interpongan en su camino expansionista y que sabotearon la represa de Kajovka.

Los actos de barbarie cometidos por Putin han sido repudiados por todos los organismos humanitarios y calificados por la Corte Penal Internacional (CPI) como crímenes de lesa humanidad. Por ello sus magistrados han expedido una orden de captura contra el jerarca moscovita y principales colaboradores, entre otros la siniestra comisaria para los Derechos de la Infancia, María Lvova-Belova, implicada en el secuestro de casi 20 000 niños ucranianos trasladados a territorio soviético.

Nuestros parlamentarios, sin embargo, se dejaron utilizar en una sórdida maniobra propagandística del Kremlin, que al recibirlos pretende legitimarse ante la comunidad internacional. Una torva maniobra que debe haber costado un dineral en hoteles de lujo, comidas, automóviles y agasajos, pero que constituye un monto insignificante en comparación al precio de uno de los misiles que disparan contra Kiev.

En ese contexto, dejamos claro que el Ministerio de Relaciones Exteriores no tiene ninguna implicancia en este exabrupto legislativo. Y que de haber sido consultado, hubiera expresado su rechazo a ese rocambolesco periplo que colisiona con los principios y valores de Torre Tagle, con el compromiso por la paz y los derechos humanos.

Nos imaginamos a los congresistas beneficiados recibiendo obsequios tradicionales, como la famosa Matrioshka o Mamushka, una muñeca colorida de varios cuerpos, cajas del excelente caviar de beluga o botellas de vodka Putinka. Pero no pensamos que regresen satisfechos con la comida rusa, entre ellas el Borsch, una sopa de carne con apio, ajos, remolacha, zanahorias, papas y crema agria o el Palmeni, empanadas de carne picada con salsa agria.

En resumen: los catorce viajeros han pasado la semana de representación en Rusia, absteniéndose de ir a sus regiones o asistir al hemiciclo para debatir leyes importantes sobre la seguridad ciudadana, entre otros temas. Así acrecientan el desprestigio de su institución, que supera el 90% de rechazo en provincias. Y es que con los viajeros coexisten mochasueldos, los llamados “niños” que canjean sus votos por prebendas, quienes viven en el exterior o despachan a control remoto.

La política es morfológica y ese sector es el que provoca noticias oscuras y denigrantes, opacando el trabajo de eficientes y honorables legisladores.

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