La Cultura Occidental. El cristianismo
Por: Pedro Rodríguez Chirinos – Asociación Rerum novarum.

La cultura occidental surge del encuentro entre estas tres grandes culturas. La cultura griega con su aporte filosófico y las ciencias, la cultura Romana con su derecho, el poder sujeto a las leyes y el Judeocristiano con la religión. En esa unión resulta un potente motor de humanidad. Donde el cristianismo propone una visión clara del origen y destino del hombre y de la humanidad.

La cultura, la entendemos como un “conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.” (Real Academia de la Lengua Española, 2022), luego la podemos apreciar como una herencia social, resultando de esa manera un patrimonio. Se puede estimar que no solo es una acción propia de un ser humano, es algo más, la cultura es una trascendencia y un patrimonio. Para Juan Pablo II, la cultura es un impulso que nace desde la autotrascendencia, explicamos:

La cultura es una realidad que nace de la autotrascendencia; brota de un impulso por el cual la individualidad humana trata de elevarse por encima de sus limitaciones, con una fuerza interior que tiende a la comunicación y a la comunión. En este sentido, podemos decir que la cultura hunde sus raíces en el «alma naturalmente religiosa» del hombre. Esta fuerza interior que el hombre experimenta, y que lo impulsa a buscar la plenitud de su ser a través de su relación con los demás, permanece incompleta hasta que logra llegar al Otro, es decir, al Absoluto. (Discurso a los representantes de la Cultura y la Ciencia, 1999, D 2)

Pero como legado, es un patrimonio que se adquiere, “esta herencia social es el concepto clave de la antropología cultural, la otra rama del estudio comparativo del hombre. Normalmente se la denomina cultura en la moderna antropología y en las ciencias sociales. (…) La cultura incluye los artefactos, bienes, procedimientos técnicos, ideas, hábitos y valores heredados. La organización social no puede comprenderse verdaderamente excepto como una parte de la cultura.” (Malinowski, 1975, p. 85-127) De ahí que la cultura, una herencia social, un conjunto de rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos, que caracterizan a una sociedad o grupo social en un periodo determinado. El término “cultura” engloba además modos de vida, ceremonias, arte, invenciones, tecnología, sistemas de valores, derechos fundamentales del ser humano, tradiciones y creencias. A través de ella se expresa el hombre, toma conciencia de sí mismo, cuestiona sus realizaciones, busca nuevos significados y crea obras que le trascienden.

Actualmente existe una disciplina filosófica que estudia la cultura, “la llamada filosofía de la cultura es relativamente re­ciente que se ha agregado a las muy diversas «filosofías de». La idea de «cultura» como un «cultivo» de capacidades humanas y como el resultado del ejercicio de estas capacidades según ciertas normas es, sin embargo, muy anterior a toda idea formal de una filosofía de la cultura y a las investigaciones sobre la es­tructura de la cultura dentro del sistema de la sociedad.” (Mora F. , 2022, p. 377). Desde esa perspectiva el hombre crea cultura y es cultivado por ella, crea y se recrea en ella.

Después de tratar la cultura veamos lo de occidental. Es Julián Marías, quién se pregunta ¿qué es occidente?  Y se responde, no es tanto una propuesta geográfica, un punto cardinal, “es una realidad que surge de puntos históricos, de formas de vida en distintos países, como un brote; de una forma vital de vida. Es una expansión histórica, de varios lugares y de tiempos. De puntos geográficos, de Grecia, el mediterráneo, de Roma y de Judea.  La cultura occidental surge de la unión de tres grandes culturas, la griega, la romana y la judeocristiana” (Marías, 2016, 1° parte).

Ahora, precisando lo que es la occidentalización, como proceso. Es dado como la extensión de las ideas, prácticas y costumbres del mundo occidental. Esta concepción está ligada a la propagación de Europa Occidental a partir del siglo XVI, que culminó en una perspectiva de dominio militar, económico y cultural en todo el mundo. En esta época se dieron pasos decisivos en relación con la ciencia de la navegación, el armamento y el conocimiento del universo físico. Hasta ese instante hubiera sido más factible una orientalización, dado el avance técnico y político de China y el dominio del islam en oriente próximo.

La Occidentalización es un concepto geográfico inexacto. El asunto puede subdividirse en componentes técnicos, económicos y religiosos: la revolución científica, el advenimiento de métodos de producción capitalistas y el apartamiento entre la religión oficial y las prácticas religiosas nacionales, del estado, son los componentes más significativos y tuvieron su origen en el mundo occidental.

No obstante, esta cultura occidental ha sido un potente motor económico, político y social, durante siglos, especialmente los XIX y XX en distintos países como Rusia, China, India, así como en África y América. En forma creciente se expandió debido a intereses económicos e incluso religiosos. Se puede ver la labor de los misioneros cristianos, comerciantes e intereses de países por colonizar. “Hoy se llama a que existe un proceso de “americanización” u “occidentalización”, los cuales se asocian al consumismo, al capitalismo, el estilo de vida y forma de ser. Esto lleva a que los países donde está la orientalización, que es otra forma de humanismo, no sé de esa occidentalización, en el sentido de una forma de existencia y de ser” (Huntington, 2016, pág. 40)

Es gracias a la religión cristiana que se da un nuevo acento a la cultura grecorromana, la cual estaba compuesta de elementos propios de uno y otro pueblo. De la cual hay que destacar una religión politeísta en decadencia, y un imperio grecorromano consolidado. Es ahí donde se tiene la contribución, dos inmensos aportes, uno de ellos es la “propuesta de la creación de todo a partir de la nada y la propuesta del amor como la forma de vivir y ser.” (Chávez, 2004, p. 101)

Estas dos últimas, resultan toda una revolución en la comprensión de donde surge todo y cuál es el destino último de la humanidad.

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