MESSI ANTES QUE LA ROJIBLANCA: ¿Se justifican las “iras santas” de Pedro Gallese?
Por Raúl Mendoza Cánepa – El Montonero

Sorprendió que una parte de la “mejor hinchada del mundo”, se amontonara tras el hotel de la albiceleste para vivar a Lionel Messi, el mejor jugador del mundo. Si, realmente queremos llegar al Mundial, es la respuesta más necia del hincha, que muestra una generosidad ingenua aún a sabiendas de que la selección los está mirando, que espera su aliento y que llama a que la rojiblanca sea nuestra identidad y nuestra bandera. Que no nos digan “aves de corral” (¿se entiende’) en otros lares, no demos razones para la risa fuera de nuestras fronteras.  El fútbol no es una guerra, pero Argentina era un adversario al que debíamos ganar con todo el apoyo de los peruanos.

“Ah, no, que Argentina es el campeón del mundo”. ¿Y qué? ¿No se trata el deporte de ganar sea quien sea el adversario? Salvo el walk over, que (de seguro) algunos habrían aprovechado para buscarse un selfie con el astro argentino. ¿Y la dignidad? 

Después son esos mismos los que quieren “fusilar” a Reynoso y lamentan la derrota y quizás nuestra eliminación. La posición del joven de 17 años (con discernimiento ya, supongo) que saltó a la cancha antes de que culminara el partido es solo una muestra de nuestra fragilidad como nación, de la pobreza moral que viola las reglas para cruzar el campo y abrazar a Messi. Imagino a los ecuatorianos riéndose y pronunciando esos epítetos que no nos gustan, mirando nuestro supuesto plumaje.

Pedro Gallese arrojó el celular del joven, ¿habría que recriminarlo? “Sentí que faltaron el respeto a los colores de nuestro país”, se justifica el arquero y tiene razón. No lo sentiste Gallese, en efecto, les faltaron el respeto a nuestros colores, traicionaron el pacto de lealtad del hincha y se pasaron por encima de la autoridad, neutralizándola, ridiculizándola. Hay una escena en la que un policía resbala ante el dribleo de un joven y el público se ríe, no me es claro si en ese caso fue otro joven aficionado.

No pueden ser multados, lo sabían, pero no les importó si cierran el Estadio Nacional, no les importa más que el narcisismo individualista ingenuo, con la gravedad añadida de culpar a Gallese por una reacción que se comprende desde sus iras santas, la de arrojar un celular. Dilthey decía que se puede comprender pero no justificar necesariamente un acto. Con las mismas, el hincha indujo a una reacción comprensible y él es el que debe pedir perdón al Perú, a Gallese y a nosotros, que hinchamos fielmente con la camiseta sin una etiqueta de Messi en la espalda de la bicolor.

Es claro que no se iba a remontar el marcador, pero las reglas son las reglas. Y hay una generación que parece ser impermeable a las normas, a los principios y al orden. Haríamos bien en elaborar multas por invadir la cancha y hasta normar faltas para que cada felón de última hora haga trabajo comunitario en el Leoncio Prado y nos devuelva un poco de la dignidad ya aplastada por la mala hinchada y el buen fútbol de los adversarios.

¡Una pena!

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