La revolución negada de Arequipa
Por Pamela Cáceres Sumire

El último libro del sociólogo Erick Tejada, “La revolución negada de Arequipa y otros ensayos de Sociología Urbana” (UNSA, 2020), es un texto importante para la comprensión de los procesos sociales de nuestra ciudad; incluye tres ensayos: “La revolución negada de Arequipa y la defensa de lo público en el estallido de junio de 2002”, “Autonomía y subalternidad en las periferias urbanas de Arequipa” y “Arequipeños del siglo XXI: Identidades culturales emergentes en la ciudad blanca”. De los tres, el primero, el que da título al libro, resulta ejemplar, es sobre el “Arequipazo” de 2002, el más relevante movimiento social en lo que va del siglo.

El autor sostiene que dicho acontecimiento muestra de una parte algunos vestigios ideológicos. Por ejemplo, el uso de la palabra “revolución”, que, cito, “suscitaba menos fascinación y atractivo entre las personas que los que había producido a lo largo del siglo anterior”. Ciertamente, en su momento el Arequipazo fue llamado públicamente una revolución, término que ahora está proscrito del lenguaje político.

De otra parte, Tejada revela con agudeza sociológica la aparición en dicho proceso de fenómenos que hoy en día se han vuelto comunes, por ejemplo, la estigmatización de la protesta, la parcialización de los medios limeños que contrasta con el papel de las emisoras regionales las cuales durante la llamada revolución de Arequipa abrieron sus micrófonos y permitieron una pluralidad de opiniones frente al suceso.

El arte de Tejada como ensayista consiste en mostrar un horizonte en el cual se presentan dos grupos a los que el autor llama emergentes. El primero conformado por arequipeños de estratos medios que se relacionan por sus creencias en patrones cívicos, religiosos y de consumo y que tienen una actitud favorable a la inversión y por tanto critican a los actores que se oponen a la privatización de las empresas de servicios públicos. A este grupo se atiende con amplitud en el tercer ensayo; lo interesante es que el autor muestra su tímida aparición en el Arequipazo. Momento en el que se le prestó poca importancia; sin embargo, hoy vemos que esta colectividad se ha convertido en un actor político con capacidad organizativa; ahora los llamados “polos blancos” ya no solo asoman sino organizan contramarchas, se vinculan en la práctica con el capital privado y con instituciones religiosas y educativas locales. No puede ser casualidad que en la última elección presidencial el ultra conservadurismo de Renovación Popular haya obtenido los primeros puestos en Yanahuara.

El segundo actor del Arequipazo, el protagonista, fueron principalmente los migrantes que se sirvieron de los modos de estructuración de la década de los 80, y que representan la defensa de lo público y su propiedad. Estos pobladores conforman el FACA, un frente de defensa cuya acción incluso logró un compromiso firmado del entonces candidato Toledo, y también demandó judicialmente al Estado, con el propósito de defender la propiedad de las empresas de servicios públicos por parte del gobierno regional; y que finalmente impidió su privatización. No obstante, a pesar de la victoria poco a poco se disolvió.

Tejada observa además algunas implicancias, como el hecho de evitar desde entonces la polítización de movimientos sociales, lo que finalmente afectó la participación de los partidos políticos, y creo yo los libera de la tarea de asumir posiciones frente a los conflictos.

Es decir, cuando en una manifestación popular aparece un líder político, un candidato, y es rechazado por los participantes y a veces sacado con insultos y empujones, el que menos pierde es el político, el más afectado es el movimiento popular pues se inhibe su fortalecimiento y sobre todo el surgimiento de nuevos líderes, y así se libra al sistema de potenciales amenazas, se merma la persistencia y expansión del movimiento y libera a los partidos de su responsabilidad con posiciones ideológicas y líneas de acción, que solo si son evidentes pueden ser fiscalizadas más tarde por el pueblo.

La tensión por evitar la politización del Arequipazo llegó incluso a que se cancelen movilizaciones para impedir que aparezcan liderazgos; cito: “Provocó un vacío que tuvo que ser llenado por las autoridades, en particular por el alcalde provincial Juan Manuel Guillén, quien terminó siendo el abanderado de las protestas de junio”.

En otro de los ensayos Tejada realiza un Análisis del discurso, que revela cómo los pobladores conciben su relación con el Estado.  El objeto del análisis son los textos escritos de una organización vecinal de la periferia de la ciudad.

Al lector común el ensayo le serviría para cuestionar afirmaciones según las cuales los invasores son caracterizados sobre todo en términos de informalidad y desorganización. Tejada sigue académicamente la línea del Arguedas antropólogo que en el ensayo “El Perú y las barriadas” fue capaz de ver en los pueblos jóvenes una fuerte organización social con deseos de progreso, mientras otros no podían dejar de estigmatizar a las barriadas.

En su ensayo Tejada muestra la organización colectiva y el sistema de valores que la sostienen. Observa que en los pobladores hay una ética de bienestar común, un ideal de institución, una necesidad de fiscalización de las dirigencias, un sentido de deber y de derecho, una necesidad de vínculo y respeto hacia el Estado y la comunidad, pero al mismo tiempo hay una interesante presencia del sujeto individual que es orientado para que se integre a la colectividad sin intentar disminuirlo; por el contrario, se acepta el conflicto como un modo de mejorar el funcionamiento de la organización, lo que según Chantal Mouffe sería tenido como una práctica altamente democrática.

Sin embargo, esta organización a la que Tejada denomina “ágora subalterna”, comparte también rasgos de la estructura política del país. Les halla concepciones clientelistas, cabildeo y patrimonialismo, que provocarían en un futuro cercano, una vez logradas las demandas de la colectividad, que la organización desaparezca.

Estos son algunos de los logros que hacen de “La revolución negada de Arequipa” un libro imprescindible para comprender en parte la naturaleza actual de esta región.

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