Plaga de mosquitos afecta Arequipa por desaparición de sapos y altas temperaturas
Por: Jorge Turpo Rivas
Los sapos eran controladores naturales de la proliferación de mosquitos, pero prácticamente han desaparecido por el uso excesivo de fertilizantes en la campiña y la contaminación de las acequias, explica el biólogo Fernando Málaga.
SE ALTERÓ CICLO BIOLÓGICO EN LA CIUDAD
La plaga de mosquitos que afecta a la población de Arequipa desde hace unas semanas, evidencia la alteración del ciclo biológico en la ciudad y las consecuencias del deterioro del ambiente, explica el biólogo Fernando Málaga, responsable de control vectorial de la Gerencia Regional de Salud.
“Efectivamente es una plaga de mosquitos, pero son mosquitos que no transmiten ninguna enfermedad, eso es importante aclararlo”, dice Málaga.
Es que los mosquitos que hay en Arequipa no son los Aedes que transmiten el dengue. Sus picaduras provocan escozor, enrojecimiento de la piel y daña más a quienes desarrollan alergias, pero no te contagian de graves males.
Varias calles y casi todos los parques y plazas están infestados de mosquitos. La venta de repelente en las farmacias se ha incrementado porque las personas buscan proteger, sobre todo, a los niños.
“No te puedo decir una cifra exacta, pero sí vendemos más frascos de repelente en las últimas semanas, su precio varía entre 12 y 16 soles”, dice Rocío Jara, vendedora de una botica en Cerro Colorado.
¿Qué originó la plaga de mosquitos en Arequipa? Le pregunto a Málaga. “Siempre hemos tenido mosquitos en la ciudad, pero no en la cantidad de ahora, esto se debe al cambio climático y las altas temperaturas”, responde.
¿Qué hayan desaparecido los sapos que se comían a los mosquitos y otros insectos, también influye? Repregunto. “Por supuesto, los sapos eran una especie de controladores naturales de la presencia de mosquitos, pero ahora ya no tenemos sapos como antes”, contestó.
¿Por qué desaparecieron los sapos en Arequipa?
Málaga explica que la contaminación del agua de las acequias y estanques, habitad natural de los sapos, además del uso excesivo de fertilizantes en los campos de cultivo, acabaron con estos anfibios.
Hasta hace unos años teníamos “ocollos” en las acequias y estanques que luego se convertían en sapos, pero ahora están llenas de basura, son casi una extensión de los desagües, y es imposible cualquier tipo de vida en esos conductos.
Daniel Lozada, agricultor y presidente de la Sociedad Agrícola de Arequipa (SADA), reconoce el problema. “Efectivamente los sapos han desaparecido de nuestra campiña, antes uno los encontraba en varios lugares y muy cerca al centro, pero se incrementó el uso de fertilizantes para tener mayor productividad en el campo y acabamos con los sapos”, refiere.
¿QUÉ HACER?
Los únicos sapos que están a la vista de todos en Arequipa se ubican en la Plaza San Francisco y son de bronce. Sí, son pequeñas estatuas de metal que tienen la boca abierta y las colocaron alrededor de la pileta. Pero los sapos reales, los que veíamos en las chacras de la campiña, prácticamente han desaparecido.
Lozada sostiene que los agricultores de la campiña arequipeña se empobrecen día a día porque no les resulta rentable sus sembríos por la poca extensión de terreno que tienen. De ahí que usan más fertilizantes para intentar lograr una mayor productividad de la tierra.
Pero la depredación de la campiña ya nos está pasando factura como con la desaparición de los sapos.
Para el presidente de la SADA es el momento de plantear un impuesto o pago a los agricultores de la campiña por el servicio ambiental que prestan.
“Hay que apoyar económicamente a los agricultores de la campiña. Hay que dar un pago por la externalidad positiva que brindan a la ciudad, al turismo, al ecosistema. Paguemos un impuesto por el beneficio que dan a la ciudad, por su servicio ambiental. Es increíble que los hayamos abandonado y que se estén empobreciendo cada día más”, destaca Lozada.
Buena parte de la campiña arequipeña ha sido urbanizada, pero actualmente hay zonas intangibles donde no se pueden iniciar proyectos inmobiliarios.
A ello se suma que hasta la fecha Arequipa no tiene aprobado el Plan de Desarrollo Metropolitano (PDM), documento que establece los lineamientos de la expansión urbana de la ciudad.
El exalcalde provincial, Alfredo Zegarra, ha sido sentenciado a siete años de cárcel por haber negociado con una empresa española la elaboración del PDM que jamás entró en vigencia por la corrupción que rodeó el proceso.
El debate está abierto: ¿Qué hacemos para preservar la campiña y no sigan desapareciendo más especies como los sapos? Ya tenemos una propuesta clara desde SADA para apoyar a los agricultores.
Los alcaldes tienen la palabra. Se trata de un problema ambiental, de salud pública y de calidad de vida. Arequipa no puede convertirse en una ciudad invivible e infestada de plagas y enfermedades producto de la contaminación y depredación de sus áreas verdes.
Mínimo coloquen el nombre científico del tipo de mosquito que nos arraiga hoy en día, no?