DESPUÉS DE LA TORMENTA VIENE EL APRENDIZAJE
Por Juan Manuel Zevallos Rodríguez – Psiquiatra y Magister en Salud Mental del Niños Adolescente y Familia.
Aquel que haya viajado en barco y haya tenido la dicha de tener un viaje en aguas tranquilas de seguro sabe lo que es sentir por un momento la paz y la tranquilidad, lo que es sentirse alejado del mundo y lo que es experimentar la vida misma en cada pequeña fracción de segundo.
HOY CONOCÍ EN EL MUNDO GENTE MARAVILLOSA
Aquel que ha viajado en barco y haya sido víctima de una tormenta tropical, con un mar embravecido, con rayos que pintaban el cielo, con truenos que atontaban la razón y con un vaivén incesante que no daba tiempo a poder pensar en paz, de seguro que sabe lo que es realmente sufrir y evidentemente conoce el significado de la frase “no sé si mañana despertaré”.
Cuando nos hallamos con situaciones comunes de la vida, cuando vivimos en el mundo de la costumbre y la rutina podemos considerar que todo está en regla y sin sobresaltos, de seguro que nada nos intranquiliza y hacemos lo que nos corresponde realizar sin mayor urgencia y con el pensamiento muchas veces en automático.
Vivir en rutina pudiera ser para muchas personas una etapa importante para su desarrollo personal, pero para aquel que realmente quiere lograr vivir en plenitud la rutina es el símbolo del fracaso y de la desolación emocional.
En los tiempos de paz se aprende poco, se genera letargo y adormecimiento de las capacidades mentales. Tener días de tormenta es bueno para el desarrollo del ser humano ya que en las tormentas se aprende a valorar y a tener paz. En los tiempos de tormenta los seres humanos conscientes del milagro que es la vida, aprenden lecciones tan importantes como controlar la impulsividad y la tiranía del descontrol personal.
Mucha gente anda por el mundo evitando a toda costa los días de tormenta ya que afirman sin razón valedera que el arte de vivir se basa en la evitación del dolor y el conflicto.
Cuánta mentira existe en el párrafo precedente. Yo vengo y te pregunto:
¿Bajo qué circunstancias aprendiste a tener paciencia?
¿Qué desafíos tuviste que enfrentar para evitar disgustarte y tener entendimiento de tus reacciones emocionales?
¿Acaso no es cierto que las adversidades del medio social en el tiempo y lugar donde te tocó desarrollarte te dieron la mejor escuela para lograr el conocimiento emocional que actualmente tienes?
Solo se aprende a tener paciencia cuando la vida te ha regalado un maestro impaciente que con sus actitudes te ha desesperado constantemente hasta que tú mismo, gracias a tus capacidades innatas desarrollaste aquel concepto racional que te decía “no hagas caso a las provocaciones del mundo que te rodea”.
Controlar la tiranía de la emoción destructiva es un gran desafío que cada uno debiera de superar. Es un objetivo de vida mucho mayor que el aprendizaje de la ciencia ya que…
¿Qué es más importante, saber resolver una ecuación de segundo grado o controlar tu cólera o tu ira?
¿Qué es más importante, saber interpretar un texto de Borges o Neruda o saber guardar silencio ante las agresiones físicas y verbales de las personas de tu entorno?
De seguro que compartirás conmigo el principio de que el control emocional es de capital importancia para lograr desarrollar otras habilidades racionales y espirituales a futuro.
Día a día me encuentro con personas que viven inmersas en el mundo de la tiranía de las emociones destructivas, personas que afirman tener problemas y que nadie puede comprenderlas; seres humanos sufrientes que desean a todo precio no sufrir y que buscan no sentir dolor bajo la figura de la muerte.
A diario me toca reflexionar sobre el rol que tengo en la vida y sobre la forma que debo abordar cada uno de esos planteamientos de autodestrucción. Luego de algún tiempo de valorarlos llego a una conclusión: “cada uno de aquellos que sufren realmente no tienen una razón valedera para llamarse sufrientes”; felizmente la gran mayoría de ellos, luego de un análisis sustancial de sus vidas puede llegar a la misma conclusión. Pero, lo realmente importante es que la vida es maravillosa y que casi nadie quiere quitarse la vida porque ésta sea considerada un martirio o un castigo que no tenga final.
Cuando la razón aflora luego de los momentos de tormenta emocional deja enseñanzas importantes. La primera enseñanza es que el dolor siempre puede ser evitado en virtud de las acciones que tome día a día para evitar su presencia. La segunda, tengo grandes oportunidades para sobresalir en la vida y ser un triunfador. La tercera, existen muchas personas que me valoran, que se han preocupado por mí en estos momentos de agonía y que no eran ciertos aquellos pensamientos que enarbolaba con sentimiento de dolor en la mente y que decían, “nadie se preocupaba por mí, no tengo nadie que me ayude”.
Aprendemos ciertamente más en los momentos de crisis que en lo de calma, pero evitamos intransigentemente pasar por las circunstancias difíciles porque las consideramos dolorosas.
Yo vengo y te digo entonces ¿cuándo se aprende más, cuando has pasado por una tormenta o cuando has pasado por miles de tormentas? De seguro que la respuesta se cae de madura en tus labios, de seguro que te has avergonzado por tu supuesta falta de valor y has buscado evitar mi mirada sentenciante pero, quiero decirte algo, yo creo en ti y sé que tienes una gran fuerza interior, si no te has regalado la oportunidad de pasar por un momento de tormenta hoy es el mejor momento de hacerlo, éste es el momento de aprender, ten confianza, tienes la fortaleza y las capacidades para resolver la situación más incierta y complicada.