DESPUÉS DE LA TORMENTA VIENE EL APRENDIZAJE (SEGUNDA PARTE)

Por Juan Manuel Zevallos Rodríguez – Psiquiatra y Magister en Salud Mental del Niño Adolescente y Familia.

Te cuento un secreto: lo primero que debes de hacer en tiempos de tormenta es mantener alerta la razón en la ventana de tus actos.

HOY CONOCÍ EN EL MUNDO GENTE MARAVILLOSA

Sí, la razón es la clave de todo en un inicio; sí, aquella que nos juzga y que nos hace sentir mal. Pero la razón, aquel verdugo que nos castiga generando sentimientos de culpabilidad, es la única que puede ver a través de las tinieblas y es aquella amiga que nos indicará el rumbo a seguir para alcanzar los momentos de paz.

Pero más allá de la razón, un día será el corazón la mayor respuesta a nuestra súplica y a la necesidad de encuentro personal. Si tenemos sentimientos de amor personal plasmados en cariño, respeto y comprensión, entonces alcanzaremos todo aquello que nos hemos planteado y ese “aquello” involucra hasta la circunstancia más complicada de la existencia y ese “aquello” se enfrenta con dicha pasión.

Para salir de las tormentas emocionales debemos de sentir el latido fuerte del corazón, un latido intenso que lleve sangre de esperanza y vitalidad a cada parte del cuerpo y en segundo lugar debemos de desarrollar una visión racional de los hechos que nos tocan atravesar con el fin de dar aquella vuelta de tuerca tan necesaria que nos permita decir: he salido de esta tormenta fortalecido y creo firmemente que puedo enfrentar cualquier desafío que se presente más adelante en mi camino de vida.

Alcanzar este grado de desarrollo emocional y racional conlleva a hacer las pases entre las dos capacidades encontradas que tenemos en nuestra mente: las habilidades de nuestro cerebro derecho e izquierdo.

Y es que aquella persona que logre que los dos polos de su cerebro firmen el tratado de ayuda mutua para el desarrollo unipersonal será aquel ser humano que alcance la visión y el sentimiento que he descrito anteriormente.

Cuando logremos sumar y no restar ni enfrentar nuestras capacidades entonces seremos capaces de mirar cada objeto a nuestro alrededor con la inocencia de aquel que ve algo por primera vez. Aquel que descubre cada día el mundo, que se fascina por el canto de un ave, por el color del cielo o por las lágrimas de un niño será un ser dotado de la capacidad de vivir conscientemente cada segundo de su existencia.

Para lograrlo debemos sumar esfuerzos, enlazar lo intuitivo, lo ilógico, lo irracional, lo poético, lo platónico, lo imaginativo, lo romántico, lo mítico y lo religioso con lo lógico, lo racional, lo matemático, lo aristotélico, lo científico y lo calculador.

De seguro que será una tarea titánica para muchos, para casi todos, pero es una tarea sencilla en si misma.

encontrando la Paz

Muchos dirán que buscar enlazar ambos conceptos descritos es como juntar agua  y aceite o como estar con Dios y con el diablo a la vez. Yo vengo y digo, ¡en verdad no te equivocas en lo que piensas y dices, tienes toda la razón! Y luego te susurro, la unión es complicada. Para alcanzar este logro deberás de tener la paciencia necesaria para juntarlos; no es una unión imposible, solo debes de desarrollar las herramientas necesarias para alcanzar el fin, para ello tienes inteligencia, también tienes intuición y mira, qué casualidad, ambos conceptos no comulgan el mismo principio racional y emocional y sin embargo son mutuamente necesarias para alcanzar tu logro.

Para vivir muchas veces debemos actuar racionalmente y otras veces debemos de dejar la razón envuelta en una de las maletas del closet. Para vivir a plenitud la vida (a veces) debemos de soñar y tener ilusiones platónicas y luego debemos de calcular los riesgos de tomar una u otra decisión para alcanzar la meta.

Muchas veces, a lo largo de los años que desarrollamos de vida debemos de ser románticos para enamorarnos de la vida y de cada ser que vive alrededor nuestro y a la vez debemos de desarrollar el raciocinio necesario para no desarrollar una relación de dependencia con dichos seres que nos envuelven con sus sentimientos muchas veces encontrados.

“Debemos de creer”, esa es una gran verdad y debemos de creer en lo que nuestros sentidos perciben y en lo que ellos están en la imposibilidad también de percibir. El mundo es algo mucho más grande que aquello que creemos que es, nuestros sentidos solo nos permiten acercarnos a una pequeña parte de la inmensa creación.

Y la fe, es aquella virtud teologal que nos lleva por algunos minutos a ingresar a ese mundo que se abstrae de los sentidos y que existe, tan igual como existes tú, tan igual como existo yo. Y es en sí, la conjunción del corazón sin miedos y de la razón crítica y constructiva, y es aquella que nos hará valorar los días de tormenta y que evitará el sobresalto del sufrimiento.

Pero aún así afirmadas las cosas muchos aún dirán, ¿por qué enfrentar una tormenta?, ¿para qué exponerme a salir lastimado?, ¿por qué vivir a algo que de seguro me va a traer algo negativo?

Si le tienes miedo a las tormentas entonces ya perdiste la primera mitad de tu vida.

Yo vengo y digo, ¡cree en ti!, no ganas nada teniendo miedo, déjate llevar por tu corazón y la fuerza de su latido, deja que tu corazón pare tus emociones negativas y deja que tu respiración pausada calme los sibilantes aullidos del miedo. No dejes que el temor se anide en tu ser y el único modo de hacerlo es enfrentarlo y luego dejarlo en el pasado.

Si los días de tormenta vienen, alégrate. Si de pronto la tormenta te envuelve, alégrate más. Las tormentas son las máximas oportunidades de aprendizaje del ser humano pero lamentablemente también pueden ser el inicio del fin para muchos.

La vida tiene esa contrapartida. Aquello que te genera el mayor bienestar a la vez tiene la capacidad de lastimarte. Tú tienes la decisión de cómo tomas dicha oportunidad: para crecer o para hundirte, para desarrollar tu autoestima o para minimizarte.

Si yo fuera tú, tomaría cada oportunidad que me diera la vida para aprender más y para enriquecer mi mundo interior.

No es nada complicado, se trata de tener valor, ¡lo tienes!, se trata de decidir, ¡lo puedes hacer!, en fin se trata de intuir cuál es la mejor decisión a tomar y de ejecutar racionalmente dicho procesamiento emocional.

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