DEJA UN TRABAJO MARCADO POR EL ÉXITO EN CASI CUATRO DÉCADAS

Por Jorge Turpo Rivas

El artista del pop/rock más importante de la historia musical del Perú, murió ayer a los 54 años de edad.

Pedro Suárez Vértiz y su relación enamoradiza con Arequipa

No era Pedro, era Pedrito. Así, en diminutivo, como los peruanos tratamos a quienes les profesamos un cariño especial, aunque no sea parte de nuestra familia. Y, Pedrito, con sus acordes y composiciones se metió al seno familiar peruano por los parlantes y por los audífonos de los viejos walkman y discman. Directo a los sentidos. Directo al corazón.

Ayer, con su muerte a los 54 años, se fue un pedazo de la banda sonora de una buena parte de peruanos que disfrutaron su música, se aprendieron sus letras, las dedicaron a alguien querido o lo siguieron en sus conciertos íntimos y en los masivos.

También, claro está, acumuló una legión de enemigos gratuitos en las redes sociales donde se refugió hace unos años cuando dejó los escenarios por la enfermedad degenerativa que le impedía hablar. Sus opiniones, sobre todo de política, decepcionaban a algunos y encantaban a otros. En un país dividido, Pedrito no podía escapar de esa “degeneración actual” de la intolerancia.

Pero fue en la música donde generó emociones auténticas. Es el artista del pop/ rock más importante de la música peruana. Nos dejó un buen puñado de canciones tarareables, que ya es bastante, y un himno a los peruanos migrantes que bien podría ser el Contigo Perú moderno:

  • Cuando pienses en volver,
  • aquí están tus amigos,
  • tu lugar y tu mujer
  • y te abrazarán
  • dirán que el tiempo no pasó.
  • Y te amarán con todo el corazón.

Pedrito fue beatlemaniaco y rollingstoniano. “Mis canciones siempre han sido influenciadas por ellos y otros grandes de aquella época”, reconoció en un artículo.

Alguna vez confesó que su canción preferida de los Beatles era Here comes the sun (ahí viene el sol), compuesta por George Harrison.

ENAMORANDO

Hace varios años, en uno de los puntos más altos de su carrera, lo entrevisté en una oficina del rectorado de la UNSA. Un lugar poco aparente para hablar de su música, pero Pedrito, con un polo negro bien apretado y zapatos con plataforma, se mostró accesible y sin reparos en conversar en un espacio rodeado de funcionarios públicos de saco y corbata.

El exrector, Rolando Cornejo Cuervo, quien mostró más talento para la promoción de equipos de fútbol que para la academia, también incursionó en la realización de conciertos y trajo a Pedrito para celebrar el día de la juventud en el estadio monumental Virgen de Chapi.

Pedrito me contó su relación enamoradiza con Arequipa. Ya había perdido la cuenta de la cantidad de conciertos que ofreció en diferentes escenarios al pie del Misti. Lo hizo desde su época con los Arena Hash y cultivó una fértil legión de seguidores y fanáticos.

En medio del asedio del personal de la UNSA, recordó una presentación en el Club Arequipa donde se le ocurrió la idea, o le llegó la inspiración, para uno de sus hits más exitosos de su carrera: Me estoy enamorando.

Lo contrataron para ofrecer un concierto un 31 de diciembre. Llegó solo a presentarse con su guitarra electroacústica. Ahí, en medio de un ambiente medio ralo porque la mayoría de socios se fue a recibir el Año Nuevo a Mejía, a Pedrito se le ocurrieron las primeras líneas tras ver a una arequipeña de cabellera color concho de vino:

Estaba en un club con mi guitarra,
no había mucha gente

y de espaldas andaban conversando.

Pero sentí un amor, que me miraba.
Concho de vino el pelo,
delgada ojos de caramelo.

No siempre tuvo presentaciones inspiradoras en Arequipa. Algunas veces la pasó mal, como aquel concierto en una feria mal organizada en Fiestas Patrias en la prolongación de la avenida La Marina. Un borracho le arrojó un chopp lleno de cerveza y lo empapó en media presentación. Pedrito pudo suspender el concierto, pero después de secar su guitarra, continuó el show con mucho temple.

Dicen que una canción es memorable cuando se convierte en tarareable. Pedrito, sin ser Jagger o Richards, ni Lennon o MacCartney, nos regaló varias tonadas que al menos dos generaciones de peruanos tienen en su memoria.

Pedrito se fue el día de los Santos Inocentes. Por eso, muchos no creyeron la noticia fatal hasta media mañana pensando de que se trataba una broma macabra. Cucho Peñaloza, reconocido musicólogo y exmanager de Pedrito, contó en una emisora nacional que pensó lo mismo. Miró la noticia en redes y entró en negación. Había hablado con Pedrito el día anterior y lo sintió sin ningún problema o afección.

Cucho recordó una frase que Pedrito le dijo alguna vez: “Ser feliz es una opción”. Él, dice Cucho, optó por ser feliz, incluso al quedar impedido de seguir cantando.

Su ajetreado corazón dejó de latir ayer en la mañana en su casa de Miraflores, Lima. Su muerte, con los millones de reacciones que generó, es una constatación de que la devoción a este músico peruano tiene rango histórico. Pedrito, finalmente, se elevó. Como las mariposas.

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