La frágil pervivencia del Estado de derecho

Por Cecilia Bákula – El Montonero

SUCESOS DE ECUADOR PUEDEN SER CHISPA QUE PRENDA LA PRADERA

En noviembre último, un joven político, joven en edad y en experiencia, asumió la presidencia del Ecuador, tomando en sus manos la esperanza de la gran mayoría de sus compatriotas. Y haciendo suyos, también, los sueños del malogrado Fernando Villavicencio, el candidato con mayores posibilidades según las encuestas, a quien la mafia asesinó días antes de los comicios.

Noboa juró el cargo y ofreció luchar frontalmente contra la corrupción y la delincuencia, flagelos que parecen ser estigmas anclados en nuestras sociedades y contra los que muchos se quejan, pero contra los que pocos actúan. Las acciones que fue tomando en los primeros meses de su gobierno fueron mostrando que sus promesas iban en serio y que quería conducir al Ecuador, por las sendas del progreso, el desarrollo, la paz y la vida ciudadana en el marco de la ley, trabajando intensamente en los pocos meses que debe durar su gobierno, ya que él solo debe cumplir el plazo por el que fue elegido el renunciante presidente Guillermo Lasso.

Cabe recordar que Lasso ya había señalado que el Ecuador vivía una violencia creciente que se manifestaba en todos los lugares del país y que se debía atribuir a la presencia organizada de grupos criminales que traficaban con droga y mucho poder a lo largo de todo el territorio del país.

En esas condiciones, Noboa asumió el gobierno y un compromiso que de inmediato empezó a cumplir y, las consecuencias y la respuesta de las mafias no tardaron mucho en hacerse oír pues el día 7 y 8 de enero, en una acción orquestada, el Ecuador vivió una de sus peores crisis como consecuencia de las acciones del crimen organizado: se tomó en plena audición en vivo un canal de TV con la idea de difundir el pánico y generar terror y zozobra, se tomaron rehenes en las cárceles y se asesinó a agentes penitenciarios y se detonaron explosivos en diversas ciudades; hubo secuestros a policías y ataques a puestos y vehículos policiales. La reacción fue inmediata: el público y la ciudadanía, azuzada sin duda por la rapidísima difusión de las imágenes a través de las redes sociales, desarrolló acciones de protección y, naturalmente, abarrotaron los centros comerciales. 

El gobierno de Noboa no demoró en tomar las acciones que correspondía: de inmediato convocó a la instalación, en la sede del Ejecutivo, conocida como el Palacio de Carondelet, del Consejo de Seguridad Pública y del Estado (Cosepe), para asumir las acciones indispensables y mostrar que el Ecuador tiene gobierno, tiene autoridad y que a la autoridad se le respeta.

El presidente Noboa emitió un comunicado asumiendo no solo su rol de jefe máximo del país, sino también mostrando su firmeza como gobernante para dar tranquilidad a los ciudadanos y calificar sin temor alguno que lo que vivían era un conflicto interno. Muy importante es que se haya decretado una amnistía general para todos los militares y policías que enfrenten la ola criminal pues ello les da las garantías que necesitan para actuar en la lucha que enfrentan contra la criminalidad. Todo lo que en estos días se está viviendo en el hermano país del norte está motivado por la existencia de bandas criminales tanto nacionales como internacionales, por elementos terroristas y por la creciente presencia del poder del narcotráfico que desde hace ya un tiempo, han hecho del Ecuador un corredor de circulación de sus productos de muerte. A ellos, Noboa les ha declarado la guerra como lo ofreció hacer al asumir su mandato y como lo hizo el candidato Villavicencio, a quienes los criminales cegaron la vida.

En la lucha por la gobernabilidad, no hay tregua, no hay posibilidad de marchas y contramarchas y hay solo una línea recta a seguir que es la de la legalidad y la de la defensa del Estado de Derecho y en esa actitud, las autoridades no pueden convertirse en aliados, sino en enemigos radicales y declarados contra las mafias y deben serlo no solo con los tibios discursos, sino con las acciones claras y contundentes. Eso es lo que reclamamos en el Perú: contundencia, transparencia y firmeza respecto a la conducción de los gravísimos problemas de inseguridad y creciente delincuencia que nos agobian. Solo vemos pálidos intentos, pero no una política nacional bien estructurada, coherente entre todas las entidades involucradas.

Lo sucedido en Ecuador y que gracias a la rapidez en la respuesta está siendo manejado, es tan solo un toque de campana, un aviso pues esas explosiones, manejadas como con hilos de titiriteros por quienes buscan el quiebre de la democracia y del Estado de Derecho en todo el Continente. Solo necesitan prender una chispa para que exploten situaciones similares en cualquier lugar y, se frotarán las manos luego de lograrlo.

A la delincuencia hay que combatirla con firmeza y sin temor, sin miramientos y enfrentar los derechos de quienes delinquen habrá que hacerlo asumiendo que, como en cualquier otro orden de cosas, los derechos de unos terminan cuando se vulneran y pisotean los de los otros; basta ya de miramientos puritanos, timoratos y temblorosos. La enérgica y pronta respuesta del gobierno del Ecuador es un ejemplo a seguir y el Perú y sus actuales gobernantes tienen que entender que, como toda autoridad, han asumido una responsabilidad que deben honrar y que si no pueden o no saben o no quieren hacerlo- de lo que podrían ser libres- existe la posibilidad de permitir que otros más capaces, valientes y dispuestos, o con menos miramientos y quizás sin intereses subalternos, tomen la posta.

Para los ciudadanos, el vivir es hoy, la urgencia de seguridad es ahora y no una promesa de frondosas normas a futuras pues lo ocurrido en Ecuador, nos toca la puerta, nos afecta en la frontera más cercana, en la más activa, en la que se vive no por el paso fronterizo, sino por el intercambio informal, diario, igualmente conocido por las autoridade y que ha permitido quizá, que esa haya sido la ruta por la que han ingresado, entre otras cosas, armamento y explosivos peruanos, han utilizados en las revueltas que ha vivido el vecino país. En estos temas, el futuro es hoy. Avisados estamos. Es bueno que nuestro gobierno haya decretado el estado de emergencia en toda la frontera norte pues protegernos es querernos y es demostrar respeto y soberanía. Algo, para empezar.

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