A 85 años del “vuelo invertido” de Quiñones

Por: Angie Rajkovic

El 21 de enero de 1939, el alférez FAP José Abelardo Quiñones Gonzales –hoy héroe nacional– realizó una increíble exhibición aérea durante la ceremonia de su graduación en la Escuela Central de Aviación como piloto de caza, haciendo gala de su destreza para el vuelo.

Ese día, Quiñones sorprendió a la tribuna oficial en la que se hallaba el presidente de la República, general Óscar R. Benavides, y otras autoridades al realizar un espectacular “vuelo invertido”, a solo metro y medio del suelo, en un avión de alta acrobacia, como era entonces el Caproni 113.

La aeronave guiada por Quiñones descendió en caída casi vertical y cuando parecía estrellarse enderezó sus alas, emprendiendo nuevamente el vuelo en posición invertida, casi al ras del suelo, luego se elevó un poco y, magistral y victorioso, pasó muy cerca de las tribunas.

Estalló el grito del público, dando vía libre al asombro y el eco de los aplausos, llevados por el viento, que anunció el comienzo de la meteórica trayectoria del alférez José Quiñones Gonzales. Algunos no salieron de su asombro y sus compañeros de promoción estuvieron realmente orgullosos de él por el éxito logrado.

Esta acrobacia temeraria impactó a los asistentes a tal punto que la fotografía histórica fuera incluida para la posteridad en el reverso del billete de la denominación de diez nuevos soles que todos conocemos.

Según versión del suboficial de segunda Juan Ruales Váscones, el alférez Quiñones efectuó tres pasadas en progresivo descenso con las maniobras de looping invertido y que esto fue acompañado de otra maniobra conocida como el tonneaux.

El primer vuelo fue a tres metros del suelo; el segundo, a dos metros, y el último, al escalofriante metro y medio.

El avión al mando de Quiñones parecía tener vida propia. Él era el alma del avión. Es quien le dio vida a la maniobra acrobática.

Nadie podía prever, ni siquiera el mismo Quiñones, que en ese preciso instante estaba suspendido entre la tierra y la eternidad… Entre la tierra que lo atraía y la eternidad que lo llamaba.

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